Traigo, de palabras de amor, la boca llena. Mas la desesperanza, mis labios, con silencios ha entretejido.
Traigo, de abrazos, los brazos saturados. Pero el aire demuestra superávit, y los rechaza. Cansado está de recibirlos.
Traigo, de caricias, las manos atestadas. Mas no existe pedestal donde posarlas. Y los dedos, magnánimos, las entrega al olvido
Traigo, de preguntas, la mente inundada. Y las respuestas asustadas rehuyendo interrogativos.
Traigo, la voluntad, de sueños colmada. Y el aerosol de la desilusión infectando, de fracasos los sentidos.
Traigo, el deseo roto, la pasión dormida. Y en el pecho, avasallando, el vacío.
Traigo, el amor propio herido. Y el bocado de la indiferencia en el vientre hundido.
¿Quién me compra esta tristeza que araña mi garganta? ¿Hasta cuando dolerá éste dolor de espinos?...