El Problema
Muchos de nosotros nos dimos cuenta de que teníamos varias características en común como resultado de ser criados en un hogar alcohólico o de otro tipo de disfunción. Habíamos llegado a sentirnos aislados e incómodos con otras personas, especialmente con las figuras de autoridad. Para protegernos a nosotros mismos, nos convertimos en complacientes de los demás , a pesar de haber perdido nuestra propia identidad en el proceso. Al mismo tiempo nos era fácil confundir cualquier crítica personal como una amenaza. Nosotros mismos nos convertimos en Alcohólicos (o con otras conductas adictivas) o bien nos casamos con ellos, o ambas cosas. A falta de esto, encontramos otras personalidades compulsivas, como un adicto al trabajo, para cumplir con nuestra necesidad enferma de que no nos abandonen.
Hemos vivido la vida desde el punto de vista de las víctimas. Teníamos un sentido superdesarrollado de la responsabilidad, y hemos preferido ocuparnos de otros en lugar de nosotros mismos. Teníamos sentimientos de culpa cuando hacíamos valer nuestros derechos o razones, es por eso que cedíamos ante los demás con mucha facilidad. Así nos convertimos en reactores en lugar de actores, dejando que otros tomasen la iniciativa. Éramos personalidades dependientes, aterradas por el abandono, dispuestos a hacer casi cualquier cosa para mantenerse en una relación con tal no ser abandonados emocionalmente. Sin embargo seguíamos eligiendo relaciones inseguras por la similitud de nuestra relación infantil con padres alcohólicos o disfuncionales.
Estos síntomas de la enfermedad familiar de alcoholismo o de otras disfunciones nos hicieron co-víctimas, es decir aquellos que toman las características de la enfermedad del alcoholismo sin necesidad de haber bebido nunca. Hemos aprendido a mantener ocultos nuestros sentimientos de niños y mantenerlos enterrados de adultos. Como resultado de este condicionamiento, a menudo confundimos el amor con la lástima y tenemos tendencia a amar a aquellos a quienes podemos rescatar. Aún más contraproducente, nos convertimos en adictos a la excitación en todos nuestros asuntos, prefiriendo el malestar constante para funcionar.
Esta es una descripción, no una acusación.
Adaptado de The Laundry List
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