Gozo     Lo que estorba nuestro regocijo no es la aflicción, sino el ser a medias. Si está en el mundo, al cristiano le remuerde la conciencia; si se encuentra con cristianos espirituales se siente incómodo con ellos; de hecho, no está feliz en ninguna parte. La nuestra no debería ser una religión de pesares, sino de un continuo regocijo de corazón. «Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo.» Hay una relación más estrecha entre estas tres cosas que la que nuestras almas son propensas a reconocer. El gozo siempre crecerá en proporción a la oración y a la acción de gracias. Donde está Su voluntad hay felicidad. … Cristo es mi felicidad … pero es en el camino de Su voluntad que encontramos el goce de Su amor. … Así encuentro en Él una fuente de profundo e inefable gozo … nuestro tesoro es Él mismo. Me he sentido inexpresablemente feliz últimamente, pero al hacerme nada a mí mismo en el pensamiento de ser el objeto del amor de Dios; he estado buscando afectos consonantes hacia Él—todo muy en su sitio—pero el pensamiento de que Él me amó me inundó con gozo y paz; y la paz es algo muy profundo, como un río. Le doy más importancia a la paz que al gozo. Me gustaría verte habitualmente en un gozo más profundo que demostrativo, pero si Jesús está en el fondo de tu corazón … entonces tu gozo será profundo. La tristeza es algo bueno, y hace de Dios una más abundante fuente de gozo. El verdadero efecto de un gozo real en las cosas de Dios es vaciarnos de nosotros mismos y hacernos pensar poco en nosotros. (Filipenses 4:4.) El apóstol … exhorta a los cristianos a regocijarse: es un testimonio de la valía de Cristo. «¡Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen, fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!» ¡Qué felicidad y que amor (y en Dios estas dos cosas van juntas) se expresan en estas palabras! Un pobre prisionero, al final de su carrera, es rico en Dios. ¡Benditos años había pasado en prisión! Podía presentarse como modelo de felicidad, porque la felicidad llenaba su corazón. (Filipenses 3:18; 4:4.) Si él llega a llorar sobre muchos que se llaman a sí mismos cristianos, siempre se regocija en el Señor; en Él hay aquello que nada puede alterar. No se trata de una indiferencia al pesar que impide el llanto, sino que es una fuente de gozo que se agranda cuando hay angustia, debido a su inmutabilidad, y que incluso se vuelve más pura en el corazón cuanto más deviene la única, y es en ella misma la única fuente que es infinitamente pura. Cuando es nuestra única fuente, por ella amamos a los demás. Si los amamos aparte de Él, perdemos algo de Él. Cuando … somos desligados de todas las demás fuentes, Su gozo permanece en toda su pureza, y nuestro interés por los demás participa de esta misma pureza.   ¡Nuestra pena es tu pena, Señor Jesús!      Nuestro gozo está en tu amor; Pero ambos pena y el gozo nos guían      A Ti, al celestial hogar.