T Palabra fiel y digna de ser recibida por todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. 1 Timoteo 1:15. Estas palabras son fieles y verdaderas. Apocalipsis 21:5. Yo sé a quién he creído. 2 Timoteo 1:12.      Convicciones          En este mundo todo está marcado por la incertidumbre: el hombre, quien ha depositado su confianza en su inteligencia, no sabe de dónde viene ni hacia dónde va. Del pasado sabe muy poco, del presente sólo tiene una visión limitada y del porvenir no sabe nada. La inteligencia natural debe confesar su ignorancia ante los enigmas que es totalmente incapaz de descifrar. Así, la mayoría de las personas atraviesan la vida apoyándose en erróneas y vagas convicciones que no les dan ninguna seguridad y no les son de ningún socorro en las horas difíciles.        Para el creyente, las certezas que posee y en las que puede apoyarse con toda seguridad son las que el Señor le da en su Palabra, en particular los “yo sé” que resultan de un encuentro personal con Cristo, quien llegó a ser el Salvador, Señor y Maestro de su vida.        Después de vivir esta experiencia, el apóstol Pablo pudo escribir a Timoteo, su hijo espiritual: “Yo sé a quién he creído”. No hay ejemplo más llamativo y absoluto de certeza cristiana que la que nos ofrece el apóstol. Sin dejar de reconocer que era el primero de los pecadores, estaba seguro de poseer el perdón de Dios y ser un hijo de Dios. No sabía si viviría mañana; sin embargo, sentía la presencia del Señor en la cárcel y sabía que nada podría separarlo de su amor (Romanos 8:39).