(La mujer de Potifar) lo asio por su ropa diciendo: Duerme conmigo. El dejo su ropa en las manos de ella y salió y huyó.
Génesis 39-12. La ropa del esclavo
Hace una semana hablamos de la túnica que Jacob hizo para su hijo y que alude a la gloria, la hermosura y la perfección del Hijo de Dios que vivió aquí como hombre. Hoy queremos hablar de la ropa que José usaba en la casa de Potifar, quien lo había comprado como esclavo. Al huir de la mujer de su amo, “él dejó su ropa en las manos de ella”. Esta ropa también nos habla del Señor Jesús, quien tomó voluntariamente “forma de siervo” y se humilló al ser hecho semejante a los hombres. La humillación voluntaria de nuestro Señor y Salvador es para nosotros un hecho digno de eterna alabanza. ¿Podemos comprender que “se despojó a sí mismo”? No ser nada es algo que nuestra capacidad de entendimiento no alcanza a imaginar. Y es precisamente lo que el Señor Jesús hizo. Él tomó “forma de siervo”. No vino “para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45).
Como José, nuestro Señor también fue tentado, y de una manera mucho más considerable. Pero resistió la tentación; el príncipe de este mundo, Satanás, no halló en el santo Hijo de Dios nada que pudiera inducirle a pecar. Como hombre, Jesús anduvo de manera perfecta hasta el fin, cuando “fue crucificado en debilidad”, por lo cual “Dios también le exaltó hasta lo sumo” (Filipenses 2:9-10). ¡Debemos doblar las rodillas glorificando su nombre! .
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