El Dios que está presente nos ha elegido
Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: --Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.
Mateo 28:16-20 NVI
¿Quién es Dios para ti? ¿Cómo debe verse Su fidelidad? ¿Es la entidad predecible y teológica congelada en el trono? ¿O sería posible, inconcebible, que fuera el Dios que encontramos en Job, el Dios que vemos en Jesús, quien desciende de la sala del trono donde ha estado tratando con las acusaciones de Satanás?. Él se manifiesta, habiendo sido conmovido por las lágrimas de Job y las nuestras.
¿Quién es Jesús para ti? ¿Cómo esta la fidelidad escrita en su rostro? ¿Es simplemente la caricatura del cristianismo artificial, o podría ser la misma imagen del Dios cuya fidelidad perturbadora hacia nosotros se ve como la Encarnación? ¿Podría ser que vino no para agitar la varita mágica y hacer que el cáncer se vaya, sino para entrar en nuestro sufrimiento? ¿Cabe la posibilidad de que fuera cierto que la mejor muestra de su fidelidad no es la sanidad o la ayuda financiera inesperada, sino la verdad inconcebible de que Dios ha elegido estar con nosotros y pasar por todo? ¿Podría ser que el milagro no es Su provisión, sino su presencia?
Pregúntate, ¿Cómo habló Dios de su fidelidad? ¿Cuáles son las palabras que usó con mayor frecuencia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento para describir cómo era ésta?.
Nunca te dejaré ni te desampararé Deuteronomio 31:6; Hebreos 13:5. He aquí, el tabernáculo de Dios está entre los hombres, y El habitará entre ellos Apocalipsis 21:3; Exodo 25:8. Pero aún así el autor Walter Brueggemann tenía razón cuando escribió: “Él no es el Dios que habríamos elegido.” Pero semejante Dios no podría habérsenos ocurrido o imaginado; un Dios, cuya inmediata presencia se encarna por medio de su Espíritu que mora en nosotros. Un Dios que está comprometido a culminar su acto de morar en nosotros, de vivir en nosotros a través de nosotros.
Éste es su deseo más profundo. Es el mayor de todos sus milagros mudos y sin embargo, estamos insatisfechos con Él y queremos más. No es el Dios que ninguno de nosotros habría elegido pero, como Walter concluye maravillosamente, "es Dios quien nos ha elegido a nosotros."
"El Dios que está presente nos ha elegido"
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