En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Génesis 1:1.
La gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres. Tito 2:11. Una justificada dedicatoria
En las mochilas de centenares de estudiantes de la Suiza francesa se halla un texto algo insólito. Se trata de la dedicatoria colocada en el encabezamiento de una serie de libros de física, elaborados con todo el rigor científico posible. Hela aquí: ¡A ti que creaste todas las cosas, A ti que dejaste en tus obras las señales de tu sabiduría y de tu poder, A ti que diste a los hombres una inteligencia y les permitiste descubrir algunos de los secretos de tu creación, A ti que te revelaste y hablaste por tu Hijo hecho hombre, que hablaste y hablas aún en la Biblia, libro vivo, A ti que ofreces aún a los hombres tu gracia y tu salvación, a pesar de la indiferencia y el desprecio del mundo, pese al homicidio de tu Hijo, A ti, oh Dios, sea honra y agradecimiento! ¿Qué hace este texto en un libro científico?, se pregunta en un primer momento el lector sorprendido. En una época en que desde los niveles elementales muchos docentes se esfuerzan por inculcar a sus alumnos que la noción de un Dios creador está caduca, nos regocijamos por este testimonio. Su autor quiso manifestar que en ese Creador halló a un Dios de amor, a un Dios Salvador, a un Dios que habla y a quien se debe escuchar.
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