Nos vamos con Jesús
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciendome: No temas; yo soy el primero y el último; y el que
vivo, y estuve muerto; y he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
(Apo. 1:17-18)
Flores ¡Lirios de pascua de resurrección! Contadme esta mañana la misma canción de inmortalidad que habeis estado contando a tantas almas afligidas.
Antiguo y sabio Libro. permite que lea nuevamente en tus páginas de certeza que el morir es ganancia.
Poetas. Recitarme vuestros versos que en cada línea repiten el evangelio de vida eterna.
Cantores. Romped una vez más en canciones de gozo; permitirme que oiga los salmos bien conocidos de la resurrección.
El árbol, la flor, el mar, el pajaro, el cielo y el viento lo susurran, lo hacen sonar de nuevo, lo gorjean, lo hacen resonar y latir a traves de todo átomo y particula; deja que el aire se empape de ello.
Permite que se relate una y otra vez, hasta que la esperanza se convierta en convicción, y la convicción en conocimiento de certidumbre; hasta que a semejanza de Pablo, aunque nos dirijamos a la misma muerte, caminemos con aires de triunfo, con fe firme, y con rostros apacibles y brillantes.
Creemos que de cada tumba brota un lirio de pascua de resurrección, y que en cada tumba se sienta un ángel. Creemos en un Señor resucitado. No volvamos nuestros rostros al pasados para adorar solamente en su tumba, sino para arriba interiormente, para que podamos adorar al Cristo viviente. Y porque él vive, nosotros también viviremos.
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