SILENCIO
Muchas veces nos metemos en problemas por hablar. Por hablar de mas,
por hablar de menos, por hablar cuando no deberíamos hacerlo, o
simplemente por hablar impulsados por el enojo y la injusticia.Cuando
era niña me metía en problemas por hablar, y muchas veces era por
contestar cuando me retaban o me corregían.
Un día estaba leyendo mi Biblia y llegue a un versículo que decía así:
“èl fue oprimido, pero cuando se le afligió se sometió y no
abrió su boca, como un cordero que es llevado al matadero y como oveja
delante de sus trasquiladores, se enmudeció y no abrió su boca” Isaías
53:7
Este versículo habla sobre Jesús, cuando lo persiguieron y lo
aprisionaron. Cuando fue presentado ante los que lo condenaron, ante el
pueblo. Lo escupieron, lo golpearon, lo insultaron, lo acusaron, lo
latigaron y como si fuera poco lo mataron. Pero nunca se defendió, ni
agredió a los que lo condenaron.
Yo siempre me pregunte como hubiese sido si Cristo hubiera hablado,
se hubiera enojado y contestado, se hubiera defendido y a la única
conclusión que llegue fue: hubiera causado problemas.
Hubiera causado problemas por los que nosotros estaríamos pagando hoy,
porque hubiera quedado como un rebelde, como un desobediente de Dios y
no se hubiese cumplido la Palabra de Dios a traés del profeta Isaías y
eso concluiría en que no era el Mesías.
A partir de que empecé a meditar en la Palabra sobre el silencio,
entendí que muchas veces es mejor callar aunque tengamos muchas cosas
por decir. No significa someterse a los demás o ser un perdedor,
simplemente ser un “evitador de problemas”.
Quizás no tengamos que callar en otras situaciones, pero si respetar
el silencio de los demás, calmar la ansiedad, y solo dejar silencio en
medio hasta que calme la situación.
Sigamos el ejemplo que Jesucristo nos dejo, aprender a callar y ser mansos que aunque cueste recibiremos nuestra recompensa “Bienaventurados los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5)
DIOS TE BENDIGA
TE AMO
SILVYNA
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