SEPTIEMBRE

DIA 10

Lea: Oseas 11-14

Oseas 11, muestra, €œuna vislumbre del corazón de Dios bajo una figura humana. Su corazón se conmueve, sus emociones están en tumulto y su compasión se inflama. Lo que determina el asunto es su carácter que no cambia. Para ser consistente consigo mismo debe procurar un camino justo para tratar con su pueblo€. (Guthrie NCB 1985)

En esta época meditemos en el amor que une, edifica y honra a Dios. Es vital la meditación en la Biblia, la obediencia mutua entre padres e hijos y enseñar valores morales-espirituales en la familia.

Oseas 12:10 dice: €œHe hablado a los profetas, multipliqué las profecías y por medio de los profetas hablé en parábolas€

Cuando el líder Jones, del €œTemplo del pueblo€, le dijo al pueblo que Dios le había dicho que se tomen la bebida para irse al cielo, y luego de beberla murieron cerca de mil personas, en realidad les mintió y fue un falso profeta. ¿Es posible que Dios hable por medio de ellos? Bíblicamente, no hay ya profetas de la envergadura de un Isaías, Daniel, Oseas... Dios habló por medio de los profetas, y amonestó a su pueblo por medio de Oseas.

Oseas 13, menciona a Efraín una de las tribus de Israel, hay una predicción de su destrucción por su idolatría, rebeldía y pecado en contra de Dios. El Señor menciona que Él es el único Salvador.

Oseas 14:9 dice: €œÂ¿Quién es sabio para que sepa esto, y prudente para que lo comprenda? Porque los caminos de Jehová son rectos, por ellos andarán los justos, más los rebeldes caerán en ellos€

Según el comentarista Morgan, en este libro de Oseas, oímos un verdadero canto del corazón de Dios. Si escuchamos el cántico de amor y nos olvidamos de las declaraciones de juicio falseamos a Dios y si hacemos énfasis en el juicio y olvidamos el amor, blasfemamos contra Dios. El pecado en su forma más terrible es la infidelidad al amor, pues, hiere y lástima a Dios; quien no condona el pecado, pero puede liberar al pecador.

Meditemos en el poema del mejicano, Amado Nervo: Si Tú me dices ven lo dejo todo, no volveré siquiera la mirada para mirar a la mujer amada. Pero dímelo, fuerte, de tal modo que tu voz como toque de llamada vibre hasta el más íntimo recodo e hiera el corazón como una espada. Si Tú me dices ven lo dejo todo, llegaré a tu santuario casi viejo y al fulgor de la luz crepuscular; mas he de compensarte mi retardo difundiéndome, Oh Cristo, como un nardo de perfume sutil ante tu altar.

Padre quiero serte fiel, guíame a adorarte, obedecerte y servirte, en Cristo...