El Conductor por excelencia
"A este Jesús resucitó Dios,
de lo cuál todos nostros somos testigos...
A este Jesús a quien vosotros crucificasteis,
Dios le ha hecho Señor y Cristo"
Hechos 2:32-36.
Por la historia sabemos que siempre ha habido líderes poíticos y religiosos, cómo por ejemplo, Hitler, Stalin, Mao, Khoemeini y otros. Las multitudes los siguieron, aunque ellos las explotaron e incluso asesinaron a muchos de sus adeptos.
Con Jesucristo todo es muy distinto. Él no vino para que los seres humanos le siervieran, sino para servirles y dar su vida en rescate por ellos. No los esclavizó, sino que los liberó. Fue el único que pudo mirar a la cara a amigos y enemigos y preguntar: "¿Quien de vocotros me redarguye de pecado?" Juan 8:46.
Lo que diferiencia al Señor Jesús de los conductores humanos es que Él es el Hijo de Dios. Con poderosas pruebas demostró este hecho: cambió el agua por vino, apaciguó la tormenta, sanó enfermos y resucitó muertos. ¡Solo el Hijo de Dios podía efectuar estos milagros!.
A pesar de esto, los gobernantes judíos no lo comprendieron y lo rechazaron; y precisamente porque daba el testimonio de ser el Hijo de Dios, terminaron crucificándolo.
Por cierto, Él murió, pero por su propia voluntad. Dijo: "Yo pongo mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo mismo la pongo" Juan 10:17-18. Sí, el buen Pastor dio su vida por las ovejas, es decir, por los seres humanos que lo aceptan por la fe cómo su Salvador personal. Él es el único Salvador. Quien confía en él y le sigue escoge al mejor conductor y está en camino hacia la más gloriosa meta.