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Primera carta a Timoteo A Timoteo, verdadero hijo en la fe: Gracia, misericordia y paz, de Dios nuestro Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.” 1 Timoteo 1:2
Timoteo es un joven cuya historia sale en el Nuevo Testamento. Es provechoso tratar de imaginar cómo era este joven no tanto en lo físico sino en lo espiritual. ¿Cómo actuaba él en la sociedad de su día? Tenía que levantarse en la mañana, lavarse, y preocuparse de la vida. Sea cual fuere su diario vivir, lo importante es que vivía para la gloria de Dios.
De Timoteo, sabemos los nombres de su abuela y madre, y que su padre era griego. Pablo le llama ‘hijo’, llevándonos a concluir que se había convertido cuando Pablo llegó con el evangelio a donde Timoteo vivía. Siendo Timoteo escogido por Dios para servirle y dotado para ello, el apóstol Pablo pidió que le acompañara en sus viajes. Iban predicando el evangelio de la gracia de Dios y estableciendo iglesias locales. Después de servir juntos, Pablo escribió dos cartas a Timoteo, las cuales han sido conservadas para nosotros. Se conocen como la primera y la segunda cartas a Timoteo. Timoteo tiene la distinción de haber recibido la última carta de Pablo, o por lo menos una de las últimas, escrita antes que éste fuera martirizado en la ciudad de Roma. Al comenzar la primera carta Pablo no comienza con ‘querido o recordado Timoteo’, sino Pablo pone su propio nombre primero como el remitente y se identifica usando dos calificaciones diferentes. Se identifica como APÓSTOL y luego toma el lugar de un padre, llamando a Timoteo, VERDADERO HIJO EN LA FE. ¿Qué es lo que Pablo quiere destacar con estas dos referencias?
Primero, había problemas en la iglesia de Éfeso, donde Timoteo residía y la autoridad apostólica de Pablo era necesaria para que Timoteo enseñara a la congregación. En segundo lugar, Timoteo necesitaba ser animado para seguir adelante y mantenerse firme pues enfrentaba a ciertos hombres que introducían doctrinas erróneas entre el pueblo de Dios. La enseñanza de Pablo a Timoteo es tan vigente para este siglo 21 como lo era en el primer siglo. Dios el Espíritu Santo conservó para nosotros esta carta llena de instrucción, de animación, de exhortación y ternura cristiana. Necesitamos enfatizar y repetir las grandes doctrinas del cristianismo. Muchas son las voces que reclaman tener la verdad, y muchos se confunden. No saben a qué atenerse. No se comprometen con nadie, y el temor a equivocarse les lleva a no creer en nada. Pablo advierte a Timoteo acerca de unos palabreros y charlatanes que no predicaban la verdad. Pablo menciones algunas doctrinas esenciales y fundamentales del cristianismo al escribir a Timoteo. Estas doctrinas no son para ser repetidas como un rezo. La doctrina bíblica que entra en el oído, debe anidarse en el corazón y luego manifestarse en el proceder. Debe controlar nuestra manera de pensar, hablar y actuar.
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