No sea hallado en ti quien haga pasar a
su hijoo a su hija por el fuego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con el Señor cualquiera que hace estas cosas,y por
estas abominaciones Jehová tu Dios
echa estas naciones de delante de tí. Deuteronomio 18:10-12. Ha de tomarse en serio
Un jubilado vivía solo en una casa de un suburbio parisiense. Era viudo y respetado en el vecindario, donde lo conocían como un cristiano que con gusto hablaba de Dios y de su Salvador. A menudo, cuando hacía sus compras, entablaba conversación con uno u otro de sus vecinos. Un día, mientras pintaba el cerco de madera que rodeaba su jardín, uno de ellos le contó: – Anoche hicimos una velada con unos amigos. Es increíble. Ellos son muy aficionados al ocultismo: en su casa hacen girar las mesas; y nos dijeron que varias veces han sabido de antemano lo que les ocurriría. Oh, señor D., sé que usted no está de acuerdo con estas prácticas, y en el fondo soy como usted, tampoco creo en ellas. – Amigo, usted está muy equivocado; contrariamente a lo que le parece, yo sí las creo, pero también sé, porque Dios me lo dice expresamente en la Biblia, que estas prácticas son diabólicas y debemos huir de ellas. El vecino, ¿habrá aprovechado esta llamada de atención? En lo que nos concierne, recordémoslo y alejémonos de todo lo que atañe al ocultismo y a la magia. Sigamos fielmente la orden de las Escrituras: “No os volváis a los encantadores ni a los adivinos; no los consultéis, contaminándoos con ellos. Yo el Señor vuestro Dios” (Levítico 19:31).
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