La sangre como medio de victoria
Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo siempre nos lleva triunfantes
(2 Corintios 2: 14).
LA SANGRE DE CRISTO ES TAMBIÉN el medio por el cual podemos alcanzar
la victoria en la vida cristiana,
y también la victoria final en el gran
conflicto. Dice el revelador: «Ellos lo han vencido por medio de la
sangre del Cordero y por el mensaje del cual dieron testimonio» (Apoc.
12: 11).
La sangre derramada de Cristo nos hace victoriosos. Pero esto
encierra una gran paradoja.
Cristo murió en la cruz del monte Calvario, y
allí derramó su sangre por nosotros. A los ojos humanos, su muerte fue
un fracaso rotundo.
Pero desde el ángulo de la fe, era una gran
victoria. Tan grandiosa que lo llevó a la «glorificación». Jesús afirmó:
«Ha llegado la hora de que el Hijo del hombre sea glorificado
[...].
Ciertamente les aseguro que si el grano
de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero si muere,
produce mucho fruto»
(Juan 12: 23, 24). «Cuando Judas hubo salido, Jesús
dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado
en él”
» (13: 31).
Jesús triunfó cuando entregó su vida. El plan de la
salvación contemplaba que muriera por los pecados del mundo. Cuando
Cristo finalmente vertió su sangre, el cielo celebró su triunfo.
Pero la victoria de Cristo fue nuestra victoria. Su triunfo nos alcanzó a todos. Triunfamos en él. Obtuvo el derecho
de capacitarnos para vencer el mal.
Por eso, el apóstol exclamaba:
«¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo!»
(1 Cor. 15: 57).
Con esta seguridad vamos por la vida no
como personas derrotadas sino como personas victoriosas.
Meditemos:
«La vida cristiana es una entrega diaria, sumisión y continuo
triunfo que gana renovadas victorias cada día. Esto es el crecimiento
en Cristo, que da forma a la vida de acuerdo con el modelo divino»
DIOS TE BENDIGA
TE AMO
SILVYNA