LA VIUDA.
Y dijo el Señor:Oíd lo que dijo el juez injusto. 7¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? 8Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?
(Lucas 18:1-8)
La mayoría de las mujeres buscan en otras personas la solución para los problemas de su vida. Se apoyan en un hombre para suplir la necesidad de compañía, amor y seguridad. En cualquier necesidad que tengas debes saber que Jesucristo está dispuesto a ayudarte. El está a tu lado como un poderoso gigante para darte la salida o la solución que esperas.
La mujer del pasaje bíblico, a quién, nos da una gran lección de fe, tenacidad e insistencia. Es interesante saber que la Biblia dice que era viuda, es decir, que no tenía a quién acudir, ni en quién confiar, sólo Dios era su esperanza.
A veces nos sentimos como la viuda, solas y desamparadas. Entonces, ¿qué debemos hacer? No debemos perder la esperanza. En medio de los problemas y las angustias hay un juez justo que desea ayudarnos y hacernos justicia.
Evita el desánimo. Dios controla todas nuestras circunstancias; por eso, no debes perder el equilibrio. Quizá has orado ya en varias ocasiones y no has obtenido respuestas; pero es entonces que debes aplicar el ejemplo de esta gran mujer.
Jesús nos llama a seguir el ejemplo de ella; de orar hasta que movamos la mano de Dios a nuestro favor.
El tipo de fe que necesitamos es como la de la viuda. Ella fue muy insistente y
constante en pedir lo que necesitaba. Después de pedir algunas veces ella no se
desanimó. Ella seguía con perseverancia creyendo que un día el juez le escucharía.
Es mi deseo que esta parábola nos motive a no perder nuestro corazón, ni la esperanza, ni a dejar de orar. Recordemos que la oración es el deseo, la oportunidad y el privilegio de hablar con Dios. recordemos que la oración es como:
Es la impureza que abraza la pureza. Es el odio que anhela el amor, es la paloma que vuelve casa, es el águila que vuela hacia el cielo, es el prisionero que suplica por su libertad. La oración es la voz de la fe, es un deseo dirigido hacia el cielo, es un acto virtuoso de la piedad que consiste en pedir favores de Dios. La oración es el sacrificio espiritual que aparta el enojo de Dios, que mira por los enemigos, que intercede por los perseguidores, que obtiene el perdón de pecados, y que aleja las tentaciones, que consuela al débil, y que refresca al fuerte. La oración es el baluarte de fe, es abrir las avenidas de nuestra alma vacía, a la plenitud de Dios.
|