¡Esfuérzate!
Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente, no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dónde quiera que
vayas.
Josué 1:19.
Fabio tiene un examen difícil delante de sí. Hay más de cinco mil
postulantes y apenas cincuenta lugares.
“Es casi imposible que lo
logre”, piensa, “pero es mejor intentar que cruzarse de brazos”.
El texto de hoy es el mensaje divino para los Fabios, que cada día
enfrentan desafíos. Desde la entrada del pecado, vivir es enfrentar
desafíos: en la vida profesional,
personal, financiera, en fin. Todos los días los desafíos están delante
de ti, como fieras hambrientas, dispuestas a devorarte.
Las palabras del texto de hoy fueron expresadas por Dios a Josué, al verlo temeroso frente a la responsabilidad de conducir a Israel hacia su glorioso destino. El joven discípulo de Moisés se consideraba incapaz de ser igual al maestro.
Este es uno de los errores de la vida. No necesitas ser igual que nadie:
sé tú mismo. Los demás fueron otros; por grandes, extraordinarios,
carismáticos y capaces que sean, fueron otros. Tú eres tú; Dios te creó
diferente. Josué necesitaba entender eso, y no temer al enfrentar el
desafío que se le presentaba.
Lo impresionante del consejo divino no es solo “te mando que te
esfuerces y seas valiente”; lo más importante es la razón para que te
esfuerces: “porque Jehová tu Dios está contigo”. La victoria no es solo
el resultado del esfuerzo; la confianza en Dios da sentido al esfuerzo.
Hay millones de personas que se esfuerzan y son valientes y, no obstante, lloran sus derrotas y fracasos: el panteón
de los derrotados está atestado de gente que murió esforzándose. El
simple esfuerzo humano es engañoso y seductor; frágil como la arena;
inconstante como la nube.
Cuando el esfuerzo es apenas el resultado de la autodisciplina, se
transforma en frustración. Si es el fruto de la presencia de Dios en la
vida, es la llave que abre las puertas de la victoria.
No importa cuántos aspiren al puesto que buscas; si ellos son más
capaces e inteligentes, no es problema. Tú tienes un Dios que no falla.
Recuerda el consejo divino: “Mira que te mando que te esfuerces y seas
valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en
donde quiera que vayas.
La senda de la vida
Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. Salmo 16:11.
Dora quería ser feliz. Anhelaba desesperadamente ser feliz: caminó
por los senderos engañosos de la ilusión; voló en las alucinantes alas
de la drogadicción; nadó por las aguas turbulentas de la promiscuidad.
Amó, lloró, sufrió, y murió consumida por las enfermedades
oportunistas que conlleva el Sida. Vivió, quiso ser feliz, y murió
sintiéndose la mujer más infeliz del mundo. ¿Qué le sucedió a esta joven
apasionada por la vida?
El texto de hoy presenta tres ideas que muestran dónde erró Dora. Los
dos primeros pensamientos son la plenitud de gozo y las delicias para
siempre. Gozo y delicia son sinónimos de felicidad. ¿Quién no desea ser
feliz? El ser humano es movido a deseo por la felicidad: todo lo que
realiza tiene, como objetivo final, la “plenitud de gozo” y las
“delicias para siempre”. Esto significa prosperidad y realización.
Pero, el salmista presenta las condiciones para recibir la “plenitud de
gozo” y “las delicias para siempre”. Menciona: “Me mostrarás la senda de
la vida”.
El ser humano, en su sincero deseo de ser feliz, escoge sus propios
caminos, sigue sus propias ideas, y acaba hiriéndose y provocándose
sufrimiento.
Existe un camino mejor. El salmista lo denomina: “la senda de la vida”.
Es triste cuando el ser humano desea la “plenitud de gozo” y las
“delicias para siempre”, pero rechaza la “senda de la vida”.
Desde la óptica divina, estos tres elementos forman parte de un mismo paquete; no pueden separarse.
Hay más. Cuando el autor bíblico menciona las palabras “presencia” y
“diestra”, está refiriéndose a una relación de permanencia en la senda.
La senda es Jesús. Cuando él estuvo en esta tierra, declaró: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida”. El Maestro habló de un camino que en
verdad te conduce a la vida.
La razón por la que Jesús se identificó con el camino es que existen
muchos caminos mentirosos. Son caminos de muerte: fascinantes y
seductores, pero caminos de muerte.
¿Deseas ser feliz? ¡Busca a Jesús! No empieces las actividades de hoy
sin arrodillarte y decirle: “Me mostrarás la senda de la vida; en tu
presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”.
DIOS TE BENDIGA
CON AMOR
SILVYNA
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