“Y sucedía cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.
(Éxodo 17.11)
Dice la Escritura que “cuando Moisés alzaba su mano, Israel prevalecía...”
El peso de las cargas de todo lo negativo, el peso que produce la adversidad y todo lo que no deseamos y que nos ocurre, tienden a que nuestros brazos y manos se debiliten, y seamos derrotados.
Alguien escribió lo siguiente: Extiéndete más allá de lo que puedas creer. Los límites, nos limitan. Frenan nuestro crecimiento. Nos detienen. No nos dejan avanzar. Nos estancamos y comenzamos a conformarnos y a decir “no podemos”.
Cuando a pesar de todo y de todos, tomamos el último resto de fuerza para levantar nuestras manos ante la presencia del Único y Verdadero Dios, nuestro Padre celestial, es allí, justo en ese preciso instante, que todo cambia, el milagro empieza a ocurrir.
Dios oye nuestra voz y todo se transforma para nuestro bien. Levantar las manos, es confianza y fe en nuestro Padre Dios. Cuando levantamos nuestros brazos, nos tomamos de la mano de Dios y caminamos para arriba y para adelante.
Levanta tus manos para superar los límites: “Y tu alza tu vara, y extiende tu mano hacia el mar...” Éxodo 14.16.
Levanta tus manos para orar a Dios: “Oye la voz de mis ruego cuando clamo a ti, cuando alzo mis manos hacía tu santo templo.” Salmo 28.2.
Oración: “Gracias Dios mío y Padre mío por esta Palabra. Al orar en este momento lo hago con mis manos levantadas para superar lo que me limita, para derrotar a mis enemigos, para bendecir. Gracias Dios por esta Palabra que salió de tu corazón y se escribió con fuego en el mío. En el nombre de Jesús, amén y amén”. .
Saludos y bendiciones con Amor:
|