**LA VID VERDADERA**
El Señor Jesús dijo:
"Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador".
(San Juan 15).
En la Biblia aprendemos que la vid era una ilustración del pueblo de Israel; Dios esperaba que su vid le diera excelentes uvas, pero en cambio le dio uvas agrias. El pasaje de Isaías Cap. 5 nos narra de una manera incomparable a través de una preciosa ilustración cómo Dios esperaba que su pueblo, recipiente de tantas gloriosas bendiciones, fuera una fuente de bendición para todo el mundo, pero se convirtió en un pueblo peor que los vecinos paganos. Jesucristo tomó el privilegio de ser la vid verdadera, privilegio que el pueblo de Israel rechazó, y sus vástagos (todos los creyentes cristianos) ya no son sólo del pueblo de Israel, sino que también son del pueblo gentil. En vista de eso pasamos a la primera verdad
Aprendemos que un pámpano no sirve para hacer muebles, ni siquiera para hacer una estaca. Sólo puede desempeñar dos funciones: O da fruto cuyos racimos pesan más que la misma vid, o no da fruto y entonces sirve como combustible para el fuego. (v. 6). El Señor Jesucristo está ilustrando a través de este ejemplo de la vid que así como el pámpano no puede dar fruto si no está unido a la parra, así tampoco los cristianos podemos dar fruto si no estamos en comunión con el Señor Jesucristo. Somos elegidos por el Señor. (v. 16).La Biblia nos enseña que la elección es de Dios.
Estos frutos son las obras del cristiano y simboliza el sarmiento, cada uno de nosotros, que se encuentra en la gracia de Dios porque está unido a Jesús que es la vid, dador de la savia a toda la viña.
El deseo de Cristo es que llevamos mucho fruto y por esto nos poda, nos pone a prueba porque quiere que permanezcamos en Él. "No dice que permanezcamos con "él", sino "en" él. Permanecer en Cristo es una elección que sólo nos corresponde hacer a nosotros. Ser fieles a ella sólo será posible con la gracia de su misericordia.
Además, "permanecer en Cristo" no significa sólo hacer coincidir nuestro actuar, pensar y desear con su voluntad, sino que requiere un constante empeño en el amor. Amor que confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida.
Esta es una buena oportunidad para analizar nuestra vida espiritual
Tenemos Todo a nuestra disposición para dar fruto abundante en
En Cristo Jesús.
(Aferremos nos, pues, a la vid, que es Cristo, y gustemos su amistad, la savia que nos sustenta durante el camino terrenal).
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