El girasol y la cizaña
En medio de un hermoso campo de trigo, nació un girasol, que creciendo agigantadamente, llegó a convertirse en esplendor y orgullo para las plantas de trigo, quienes llegaron a considerar la planta como la reina de toda la plantación.
Sus acorazonadas hojas circundando el centro de cabecillas amarillas, contrastaban armónicamente dándole a la oleaginosa planta un aspecto de diosa.
El girasol dormía durante toda la noche; pero en el día, apenas salía el sol, su mirada lo buscaba con tesón sin perderle de vista en su trayectoria por el arco de ciento ochenta grados que éste realizaba día tras día de este a oeste. Daba la impresión que el girasol se encantaba con la luz del sol, y en la imaginación de las plantas de trigo, le escuchaban cantar preciosas adoraciones y alabanzas.
En una ocasión el trigo le preguntó al girasol: -¿Por qué ese brillo tan hermoso que tienes?
-Porque estoy ungido con aceite –respondió el girasol sin dejar de adorar.
-¡Ungido con aceite! ¿Y por quién? –preguntó con estupor el trigo.
-Por esa luz que adoro.
-¿Y quién es esa luz?
-Esa luz se llama Jesús –concluyó el girasol.
No obstante, lo poco común y familiar que resultaba aquella planta dentro de un campo todo sembrado de trigo, se sentían orgullosos de tenerla entre ellos.
Un día, inesperadamente, apareció una planta de cizaña en el campo, con un aspecto tan patético, que pronto todas las nobles plantas de trigo se compadecieron de ella y le dieron albergue entre ellas. Pero tan pronto se sintió la cizaña en confianza, comenzó a trabajar de acuerdo a su naturaleza y en obediencia a quien le había enviado, el enemigo, naturalmente.
Pronto revolucionó a todo el trigo, con insidiosos comentarios contra el girasol, que en un principio no fueron escuchados; pero al pasar los días surtieron efecto, consiguiendo que el trigo se enemistara del girasol.
Por otra parte, se acercaba al girasol, usando la misma fórmula contra el trigo; pero aquí, no encontró otra cosa que oídos sordos; porque el girasol, no tenía más tiempo, que para adorar a su luz.
Viendo la cizaña sus objetivos frustrados con el girasol, comenzó una nueva estrategia en una campaña para que se destruyeran las plantas de trigo entre sí. Este plan resultó, porque el trigo escuchaba a la cizaña, y en poco tiempo, del campo, sólo quedaron unas cuantas plantas de trigo en pie. La cizaña viendo que su labor había concluido, hizo mutis sin dejar rastro.
Las plantas de trigo que sobrevivieron, se acercaron al girasol y le preguntaron: -¿Cómo es posible que la cizaña no haya podido confundirte, como lo hizo con nosotras?
A esta pregunta, el girasol respondió: -El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. Mateo 13:38.
Estimado lector que hoy entra a estas páginas. En estos últimos tiempos, las iglesias que duermen, se están plagando de cizañas. Es responsabilidad de todo evangelista, al igual que el girasol, mostrarle al trigo la verdadera luz. No se debe permitir que la cizaña se aparezca con infundíos sobre los líderes u otros hermanos. La luz es nuestro Señor Jesucristo y buscar su rostro es el propósito. Sobre otra cosa, huelgan los comentarios.