La persona que ora
La práctica de orar a Dios no debe ser solamente una lista de peticiones. La
razón principal que oramos es tener comunión con Él a tráves del Señor Jesús
La práctica de la oración produce cambios en la persona que la hace. El
verdadero valor de una persona se cuando está de rodillas, sola, delante de
Dios, y no cuandom este parada delante del prójimo. Estar en la presencia de
Dios nos desnuda de toda pretensión humana. No hay nada encubierto ante
los ojos de Él. Cualquier vestigio de hipocrecia debe desaparecer delante del
Dios verdadero. La estatura moral del cristiano no se ve cuando se para
delante de otros, sino cuando se presenta delante de su Señor. No se toma la
medida del cristianos según lo que estimen los hombres, sino según lo que
Dios ve.
Orar es el privilegio de cada hijo e hija de Dios. La puerta a la presencia del
Padre está siempre abierta. La invitación es "acerquémonos con confianza".
Pero estamisma franquicia produce un auto examen, ya que una condición
para orar es que levantemos manos santas, "Quiero, pues, que los hombres
oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda"1 Tim.2:8.
Levantar manos santas es venir delante de Dios sin haber estado ocupado en
actividades maliciosas. Y si las manos están sucias, la confesión del pecado
que ser previa a toda otra petición. La Biblia indica el remedio: "La sangre de
Jesucristo su Hijo, nos limpia de todo pecado". En la muerte, sepultura y
resurrección del Señor Jesús, hay limpieza para el pecado. Luego, con la
libertad que nos concede el perdón, podemos orar con confianza. Además del
deseo de ver nuesras oraciones contestadas, estará el efecto práctico de
disfrutar de la comunión con Dios. El ejercicio de la oración nos hace estar
conscientes de nuestra verdadera condición delante de Él. Quizá el efecto mas
importante de la oración es el efecto que produce en la persona que ora, y no
en las cosas por las cuáles está orando.
Buscar el rostro del Padre en oración produce cambios en sus hijos como por
ejemplo, más santidad. En el tiempo presente con la actividad incesante que
un mundo afiebrado impone sobre nosotros, debemos retirarnos a orar.
Aprendamos por ejemplo del Señor Jesús; cuando "su fama se extendía más
y más; y se reunía mucha gente para oírle. él se apartaba a lugares apartados
y oraba" Lucas 5:15-16. Al seguir el ejemplo de nuestro Señor, la calidad de
nuestra vida mejorará y otros serán bendecidos por los cambios producidos.
|