GOZO
"a quien amáis si haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso" 1Pedro 1:8.
Cantad, cantad sin cesar,
La gracia presente del Salvador,
Cómo todo resplandece
En luz divina
Para los que
Su rostro han contemplado.
Lo que estorba nuestro regocijo no es la aflicción, sino el ser a medias. Si está en el mundo, al cristiano le remuerde la conciencia; si se encuentra con cristianos espirituales se encuentra incomodo con ellos; de hecho, no está feliz en ninguna parte.
Nosotros los cristianos no deberíamos tener pesares, sino un continuo regocijo de corazón.
"Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo" Hay una relación más estrecha que la que nuestra alma es propensa a reconocer. El gozo siempre crecerá en prporción a la oración y a la acción de gracias.
Donde está Su voluntad hay felicidad. Cristo es mi felicidad, pero en el camino de Su voluntad ¿que encontramos?, el goce de Su amor. Así encuentro en Él una fuente de profundo e inefable gozo, nuestro tesoro es Él mismo.
Me he sentido inexpresablemente frliz últimamente, pero al hacerme nada a mi mismo en el pensamiento de ser el objeto del amor de Dios; he estado buscando consonantes hacia Él, todo muy en su sitio, pero el pensamiento de que Él me ama me inundó con gozo y paz; y la paz es algo muy profundo, como un río.
Le doy más importancia a la paz que al gozo. Me gustaría verle habitualmente en un gozo más profundo que demostivo, pero si jesús está en el fondo de su corazón, entonces su gozo será profundo.
El verdadero efecto real en las cosas de Dios es vaciarnos de nosotros mismos y hacernos pensar poco en nosotros mismos.
El apóstol exhorta a los cristianos a regocijarse: es un testimonio de la valía de Cristo. "Regocijaos en el Señor, otra vez os digo: ¡Regocijaos!" Filipenses 4:4.
"Quisiera Dios que por poco o por mucho, no solamente tú, sino también los que hoy me oyen, fueseis hechos tal cual yo soy; excepto por esas cadenas" ¡Qué felicidad y que amor (y en Dios estas dos cosas van juntas) se expresan en esas palabras! Un pobre prisionero, viejo y rechazado, al final de su carrera es rico en Dios. ¡Benditos años padados en prisión! Podía presentarse como modelo de felicidad. porque la felicidad llenaba su corazón.
Si él llega allorar sobre muchos que sse llaman a sí mismos cristianos, siempre se regocija en el Señor; en Él hay aquello que nada puede alterar. No se trata de una indiferencia al pesar que impide el llanto, sino que es una fuente de gozo que se agranda cuando hay angustia, debido a su inmutabilidad, y que incluso se vuelve más pura en el corazón cuanto más se deviene la única, y es en ella misma la única fuente fuente que es infinitamente pura. Cuando es nuestra única fuente, por ella amamos a los demás. Si los amamos aparte de Él, perdemos algo de Él. Cuando somos desligados de todas las demás fuentes, Su gozo permanece en toda Su pureza, y nuestro interés por los demás participa de esta misma pureza.
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