El orgullo
"He aquí que aquel vuya alma no es recta se enorgullece; más el justo por su fe vivirá" Habacuc 2:4
El orgullo es comúnmente llamado "el pecado de las alturas", pues nos hace ver una realidad superior a la de nosotros mismo, que no es real. Nos eleva a una posición más alta, al compararnos a los demás.
El orgullo es muy peligroso y atenta contra nuestro crecimiento de la vida espiritual. Los logros o metas que hayamos conseguido en la vida, si decimos que somos cristianos, ha sido por la absoluta Gracia del Señor. ¡Todo el mérito es para El!
Debemos aprender a controlar lo que decimos por nuestra boca, pues lo que halamos fluye de nuestro corazón. Un corazón recto a los ojos Dios no camina por el sendero del orgullo y el querer mostrarse "superior" a los demás, sino por el camino de la fe donde allí hace habitación permanente la humildad.
Sería interesante en este momento hacer un alto, y pensar cuáles son las motivaciones interiores que nos hace ser y parecer una persona orgullosas, y pedir la ayuda de nuestro Señor Jesús para desecharlas. Confía en Dios.
Confesión de fe: Desecho de mi vida el orgullo, para tener un alma recta a los ojos del Señor.
Oración: Controla mi hablar Señor, especialmente cuando estoy con mis amigos, vecinos, y los hermanos en la fe. Ayúdame a que no fluya de mí este espíritu competitivo que quiere imponerse sobre los demás. Produce en mí, por tu Espíritu, el santo carácter de la humildad. En el nombre de Jesús, amén.
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