Oh Dios, refugio benévolo de los

que sufren, escucha la plegaría que

te dirigen quienes padecen.

Serena y reconforta a los enfermos,

a los viejos y a los moribundos.

Concede amabilidad y compasión,

ciencia y paciencia a quienes les cuidan.

Inspira en ellos gestos que alivien,

palabras que iluminen y amor que consuele.

A cambio, te encomendamos estas almas

desalentadas, laceradas por la tentación,

atormentadas por la pasión,

heridas o profanadas por la maldad de los hombres.

Pon dentro de nosotros, oh Señor, tu Espíritu de amor,

de compasión y sacrificio,

para que ayudemos de manera eficaz

a quienes hallemos por el camino.

Ayúdanos a responder a su invocación, pues es la tuya.

Amén.