¿Qué haces tú aquí?
En las Sagradas Escrituras se encuentran páginas admirables y figuras grandes, que deben inspirarnos en nuestra vida de creyentes. No son héroes; no son hombres y mujeres perfectos; son hombres y mujeres de carne y hueso sujetos a las mismas pasiones y necesidades espirituales que nosotros, hombres y mujeres creyentes del siglo XX.
Uno de los profetas que me llama mucho la atención es Elías prototipo de nuestra vocación, con sus arriesgadas experiencias y frecuentes cambios de ánimo, y su ejemplo es de gran importancia para nosotros, que vivimos en un tiempo de profunda crisis vocacional.
Elías ha llegado al monte Horeb. Amenazado de muerte por el rey y perseguido por la incredulidad de Israel, Elías se esconde en una cueva y desea morir, desvanecidos los grandes recuerdos de su sensacional victoria que obtuvo en la cumbre de otro monte, en el Carmelo, sobre más de 400 profetas de Baal; el enfrentamiento con el rey; su oración para que dejase de llover durante tres años y medio, y tantas otras experiencias poderosas. Es aquí donde Elías se encuentra con el Señor. Y es aquí donde Dios le hace dos veces una pregunta penetrante: ¿Qué haces aquí, Elías?.
Entonces le habló Dios: "Sal fuera y ponte encima del monte en presencia del Señor". Y sobrevino una fuerte tormenta que desgarró los montes y desgarró las peñas. Pero el Señor no estaba en la tormenta. Tras la tormenta vino un terremoto. Pero el Señor no estaba en el terremoto. Luego del terremoto cayeron rayos y fuego. Pero el Señor no estaba en el fuego.
Después del fuego llegó el susurro de una suave brisa. Cuando Elías lo oyó escondió su rostro bajo el manto, y salió y se puso en ls eemtrada de la cueva, y el Señor le dijo: "Anda y vuelvete por el mismo camino. Yo tengo reservado en Israel a siete mil varones, todas las rodillas que nunca se han doblado delante de Baal y todas las bocas que nunca lo han besado".
Las contradicciones de la sociedad en que vivimos tienden a crear dudas e inseguridad en los cristianos, terribles inhibiciones en el servicio al Señor, pavorosas huidas al desierto, agudizando la falta de objetivos concretos en la vida. ¿Donde estamos nosotros? ¿Qué hacemos en nuestro particular monte de Horeb?