Le vistieron una túnica de púrpura, le pusieron una corona trenzada de espinas y comenzaron a saludarlo: ‘Viva el rey de los judíos’. Y le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando la rodilla, le hacían reverencias. (Mc 15,17-19)
Le conducen a un patio interior. Los soldados, libres de servicio, se colocan a su alrededor y comienzan a divertirse con Él. Le despojan de sus vestiduras y le colocan encima un manto de una tela roja, de púrpura. Con ramas de espino tejen una corona en forma de casco y se la colocan en la cabeza. Las espinas se clavan en la carne y pronto comienza correr sangre por los cabellos, la frente y la cara de Jesús. En la mano derecha le ponen una caña. Así, vestido como un rey de burla, se acercan a Él, le adoran doblando la rodilla y le golpean, diciendo: “Salve, rey de los judíos”. Después, Pilato lo presentó a la multitud. Jesús apareció envuelto en sangre, con el manto de púrpura, con la corona de espinas. Y entonces, Pilato, este gobernador corrupto, borracho de poder y de orgullo, señaló a Jesús y gritó: “Aquí tenéis al hombre”.
La Corona de Espinas estaba tejida (por el estudio del polen) con ramas de “poterium spinosum”, un espino de duras y agudas espinas que usaban como leña para encender fuego o alumbrarse. La corona no tenía forma de anillo como suelen representar los artistas, sino probablemente forma de casco, como una corona oriental, cubriendo toda la cabeza, como si fuera un sombrero. Rodeando la cabeza desde la nuca hasta la frente. Además las espinas fueron hincadas por los golpes de caña (en medio de burlas y otros tormentos) y también por las caídas del Señor camino al Calvario.
El Número de heridas no es fácil de establecerlo, recordemos que Cristo tenía una mortaja, por lo que muchas marcas no se grabaron y por lo tanto no se pueden contar y lo mismo en la parte posterior, que como sabemos Cristo tenía pelo largo (una espesa cabellera). Sobre toda la frente se pueden observar al menos 13 perforaciones. En cuanto a la región occipital se pueden contar al menos unas 20 perforaciones. Así se han contado unas 33 heridas de perforación de las espinas. Teniendo en cuenta las regiones donde no hay huellas (mortaja y cabellera), un experto en el estudio del tema deduce que al menos en TOTAL unas 50 espinas torturan la cabeza del Crucificado. Coinciden con vasos sanguíneos importantes. La corona, con sus agudas y punzantes espinas causó heridas profundas.
Pronunció Pilatos la condena: “Ibis ad crucem” (“Irás a la Cruz”), y lo llevaron a crucificar. Es significativo que no digan los Evangelios que le quitaron la corona de espinas. Parece por lo tanto que Cristo la llevó todo el tiempo hasta que murió en la Cruz. Entonces Cristo carga con el PATIBULUM = palo horizontal cuyo peso serían unos 60 Kg. El STIPES = palo vertical de la cruz estaba plantado en el lugar del suplicio. Por eso Cristo en el Vía Crucis, es decir en el camino hacia la Cruz, llevó atado sobre sus espaldas el Patíbulo.