“¡Que la luz del Señor resucitado
pueda disipar la tristeza del corazón y del espíritu!
Que sigamos sintiendo paz y serenidad.
Que podamos sentir la fuerza de la resurrección
todos los días de nuestra vida.
Y no nos olvidemos que la cruz
no es para que la llevarla en el cuello,
o colgarla de una pared;
es para que la vivamos día a día.”
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