En la antigüedad, cuando un barco surcaba los anchos mares y aún no existían los instrumentos de orientación que hoy la tecnología brinda, los capitanes se guiaban por medio de una brújula.
Si la noche era estrellada, los marineros más expertos sabían orientarse mirando la posición de las estrellas.
También nosotros necesitamos de una brújula espiritual que guíe nuestro diario caminar.
Dios quiere ser esa brújula en tu camino. Cuando necesites orientación y guía, entrando en ti, acude a su presencia y pídele que haga fluir de tu interior los dones del discernimiento e inspiración. Entonces notarás cómo su luz te guía y las decisiones que tomarás te llevarán a experiencias satisfactorias.
El Señor solo lo condujo, no había a su lado ningún dios extranjero. Lo puso encima de las alturas del país para que comiera los frutos de los campos; lo alimentó con miel de los peñascos, con aceite de la roca dura… Deuteronomio 32, 12-13