Aventuras prohibidas
Estas vienen directamente del infierno: ¡Aventuras prohibidas! Las aventuras prohibidas desarrolla raíces difíciles de extirpar. No suelen ser repentinas... Ocurren porque es tal la fantasía, que la mente se permite imaginar. No se pierde la cabeza, tanto por el placer en sí, sino por la emoción de lo clandestino. Lo prohibido, lo que nunca se a obtenido, cobra un brillo sin igual. Es natural reaccionar ante los estímulos furtivos, la tentación no es pecado. El pecado se realiza, cuando le abrimos la puerta del pensamiento central. Invitándola a pasar y charlar con ella horas, durante largos periodos. Cuando las fantasías, siguen revoleteando, conviene reflexionar. Negativas consecuencias, traerá sobre nuestra vida, esa manera de obrar. No conviene permitir que la mala yerba crezca. Mezclándose con las flores que amamos. El adulterio es cuál yedra venenosa, resquebraja la pared en la cual se ha a apoyado. El sujeto que es infiel, se perjudica a sí mismo. Manosea su moral, degrada su integridad, su problema es personal. Pero si ya ha sucumbido. ¿Cómo restablecerse de su caída?. ¡Mediante el arrepentimiento genuino!. Confesándole al Señor, reconciliándose espiritualmente con Él. La Biblia dice en Eclesiastés: que hay momento para callar y momento para hablar. Ya hemos hecho algo mal al ser infieles. Nos hemos arrepentido y Dios nos perdono. Ahora nos toca ser muy delicados en tratar esta situación. Cada caso es muy especial. Y Dios así lo ve, ahora que estamos nuevamente limpios ante Él. Busquemos mucho Su presencia, para que nos diga cuando exactamente confesar nuestra falta y pidamos constantemente de Su gracia para hablar con nuestro cónyuge. La columna vertebral del matrimonio es la confianza. Y si esta se quiebra, ¡La relación muere!. Qué Dios nos ayude a entender, ante una tentación. Qué una vez pasados los primeros efluvios de pasión. La rutina se instala nuevamente en esa relación. Qué con la ayuda de Dios, podamos renovarnos, podemos ser creativos para amar. Es sólo que pensemos en el otro, antes que en nosotros mismos. Dios dijo: Es mejor dar que recibir. Y Él no se equivoca. Jehová nos hizo. Demos amor, seamos generosos en el dar, fieles y la paz de Dios, cubrirá nuestro matrimonio.
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