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Reflex. Pastor-Batista: Fe viviente en un Dios viviente
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Fe viviente en un Dios viviente
Fe Viviente en un Dios Viviente La calidad juega un papel muy importante en nuestra vida espiritual diariamente. Cuál es mi actitud hacia Dios? El libro de Hebreos nos dice: “Mirad hermanos que no haya en ninguno de vosotros un corazón malo de incredulidad que os aparte del Dios vivo” (Hebreos 3:12). El libro está tratando con cristianos Hebreos o “Hebreos completos,” y está motivándoles a mantener su actitud o su corazón sensible al Señor Jesucristo. El “corazón malvado” es el que no puede creer y se aleja de Dios. Toda la vida de un cristiano depende de su corazón. Es con el corazón que el hombre cree para salvación (Romanos 10:9-10). “El corazón de cada problema es un problema del corazón.” Un “corazón duro” resulta de un corazón equivocado y un corazón incrédulo. El corazón es el centro y el asiento de toda la vida espiritual. Es el alma o la conciencia, el asiento de la fuente de nuestros pensamientos, pasiones, deseos, apetitos, afecciones, propósitos; el asiento de nuestra inteligencia, voluntad y carácter.” El corazón es el lugar del hombre en el cual Dios soporta la observación misma (Marcos 7:21; 2 Tesalonicenses 3:5; Filipenses 4:7; Colosenses 3:15; Santiago 4:8; 1 Pedro 3:15; 1 Tesalonicenses 3:13; 1 Juan 3:20; Lucas 16:15; 1 Crónicas 28:9; Romanos 8:27). La advertencia es muy fuerte. “Toma nota constantemente; mírala constantemente; mantén una mirada de mucho cuidado y siempre abierta.” El escritor está interesado en que sus lectores no muestren la misma desobediencia y duda de Dios que sus ancestros mostraron después que salieron de Egipto (Éxodo 17:1-7; Números 20:1-13). Él esta preocupado porque estos cristianos Hebreos no pierdan sus bendiciones. Déjanos tomar nota de la exhortación. La fe nos atrae a Cristo y es alimentada por su presencia. “Por eso, como dice el Espíritu Santo, si oíd hoy su voz; no endurezcáis vuestros corazones como en la provocación, en el día de la prueba en el desierto” (Hebreos 3:7-8). Dios ha dado a conocer su voluntad a través de su palabra escrita en la Biblia. Él nos habla a nosotros mientras el Espíritu Santo abre su corazón, y nosotros le confiamos. El endurecimiento de nuestros corazones en incredulidades nos evita de escuchar su voz. La palabra de Dios trata con el corazón. Un corazón sensible es flexible y abierto a la Palabra de Dios y la insistencia del Espíritu Santo. Un corazón duro es indiferente y rebelde. Nuestros corazones llegan a ser duros a causa de poner atención a lo corrupto cuando el Espíritu Santo nos llama a la obediencia fiel. Nosotros llegamos a ser duros hacia el crecimiento espiritual cuando desobedecemos claramente la enseñanza de la palabra de Dios. Que adverso es cuando nosotros rechazamos escuchar la voz de Dios, y nosotros nos inducimos a otras actividades. Es fácil fortalecernos nosotros mismos contra la Palabra con injusticia y odio y resistirla mediante un amor para los deseos y aficiones inmundas. Las pruebas difíciles revelan el estado real de nuestros corazones. Juan Owen preguntó, “Están nuestras conciencias puestas sobre el Señor, o estamos nosotros felices descansando en sus misericordias temporales? Cuando la lluvia cae, no es tanto que nosotros caemos bajo ella, así como esa necesidad habitual de apoyarnos en Dios, en un caminar diario en la dependencia en él, es un hecho evidente. Los incidentes no nos cambian, pero ellos sí nos ponen en peligro.” Siempre es una tentación el estar ocupado con nuestros incidentes y caminando con nuestro parecer. La crisis manifiesta solamente la condición real de nuestros corazones. Murmuramos nosotros o nos quejamos? Estamos siendo nosotros útiles al Dios viviente que ve, escucha, siente y ama? El habla y se aparece a sí mismo. Él es el Dios viviente, nuestro Señor y Maestro.
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