“Hay palabras que se dicen cuando la muerte llega pero nunca se dijeron en vida.
Las personas que en funerales lloran y se quieren tirar con
el muerto en la fosa, son las que nunca dijeron ni hicieron lo que
pudieron hablar hecho o dicho en vida pero ya es demasiado tarde.
Hoy es el día para decir y hacer aquello que puede transformar una vida”.
Serafín Contreras G.
2 Samuel 18:33 Al oír esto, el rey se estremeció; y
mientras subía al cuarto que está encima de la puerta, lloraba y decía:
«¡Ay, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Ojalá hubiera
muerto yo en tu lugar! ¡Ay, Absalón, hijo mío, hijo mío!»