El espíritu del Señor esta sobre mi, porque me ha ungido. Me envio a anunciar la Buena Noticia a los pobres”. Lucas 4: 18
Estas son las palabras que dijo Jesús en la sinagoga de Nazaret. Jesús es judío religioso. Va ala sinagoga el día Sábado, como era su costumbre. Hace la lectura del Profeta Isaias y comenta el texto leído. Los estudiosos del Evangelio de Lucas afirman que este texto es un texto programático, es decir, aquí Jesús es presentado en su identidad, envuelto en la fuerza del espíritu, que es el origen de su misión (me envió) de su tarea en este mundo (anunciar la Buena Noticia) y se habla de los destinatarios, a quienes va dirigida esta Buena Noticia.
No hay ingenuidades, ni angelitos rosas; el ambiente y la realidad es dramática, hay que transformar el mundo de los pobres, ciegos, cautivos, oprimidos. Es un ambiente de muerte. Y la Buena Noticia es de que Dios quiere la Vida! Muerte contra Vida. Y esto supone opciones y conflictos con los intereses de quienes mantienen sistemas de muerte.
Si Jesús se hubiera limitado a dar un catecismo inocuo de verdades abstractas entreteniendo niños y señoras con depresión, se hubiera muerto de viejo o, quizás, hasta le hubieran hecho un monumento en Jerusalen. Pero este programa es el que va a desarrollar el Evangelista Lucas, a lo largo de todo el Evangelio, que culminara con el asesinato de Jesús y su Resurrección.
En la vida de Jesús se hace presente este Reino de Vida y nos toca a los cristianos ser continuadores de este anuncio y de privilegiar a los mismos destinatarios de Jesús.
Reflexionemos en silencio
Del Salmo 118: Dichosos los que caminan rectamente, los que proceden en la ley de Yahve. Dichosos los que guardan sus preceptos, lo que lo buscan de todo corazón