Zaqueo dijo al Señor: mira, daré a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a alguien, le devolveré cuatro veces más. Jesús le dijo: ha llegado la salvación a esta casa”.
Dice el refrán: Obras son amores… y no buenas razones.
Y de nada nos sirven, ante el Señor, todas las razones con las que intentemos eludir compromisos cristianos tan serios, como es la restitución de lo mal adquirido, junto con la compensación de los daños causados… y el compromiso de aplicar nuestros bienes en servicio de los pobres.
Zaqueo era un hombre rico de Jerico, chaparro y con fama de pecador. Emocionado y agradecido con la visita que Jesús le ofrece y le hace, se comprometió, ante el Señor, a poner orden moral en su conciencia y en sus pertenencias. La sinceridad de Zaqueo es bendecida por Jesús.
Ante Dios, no cualquier modo de adquirir las posesiones humanas es honesto. Podemos cubrir las apariencias sociales y, sin embargo, estar en posesión de lo que no nos pertenece, ni nunca nos ha pertenecido moralmente… es decir, en conciencia, ante el Señor. Y, ademas, con ello hemos perjudicado los derechos de alguien.
Desde pequeños, viendo actuar a los mayores, se nos formo la idea de que cualquier forma de “arrebatar”, era titulo legitimo de posesión… si fuimos suficientemente listos para eludir la justicia humana. No es el servicio al hermano lo que nos mueve en la vida… sino nuestra personal y radical ambición.
Ponte en la presencia de Jesús y háblale como le hablo Zaqueo.
Del Salmo 93: Bendeciré al Señor eternamente.
Textos Bíblicos: Sabiduría 11:22-12:2; 2 Tesalonicenses 1:11-2:2; Lucas 19:1-10.
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