En el transcurso de nuestras vidas aprendemos muchas cosas. Vivimos experiencias que nos marcan y conocemos personas que dejan en nuestros corazones huellas inmortales. Creo que cuando DIOS nos permite conocer a alguien, no es por casualidad, es con un propósito.
Ustedes mis amigas no han sido una coincidencia ni una casualidad en mi vida. Ustedes llegaron a llenar un espacio de mi vida con luz, alegría, sonrisas y también compartir. Cada momento vivido con ustedes ha hecho que mi vida sea mejor, que haya valido la pena conocerlas.