El capítulo 14 del evangelio de Juan es el de los consuelos. Cuando
estaba a punto de dejar a sus discípulos. Jesús quiso prepararlos,
dándoles (y así como a nosotros también) una inagotable provisión
de recursos hasta su retorno. Allí no muestra que nuestro porvenir
es la gloria, la casa del Padre. Él volverá para reunirnos en ella,
porque tenernos junto a Él es una exijencia de su amoe por aquellos
a quienes salvó.
Luego recuerda nuestra relación con el Padre: somos hijos de Dios,
lo que nos permite dirigirnos libremente a Él, presentándole
nuestras peticiones en el nombre de Jesús. Hay otro recurso
prometido por el Señor durante el tiempo de su ausencia: una
persona divina, enviada por Él, se ocupará en su lugar de sus
intereses. Es el Espíritu Santo, quién no sólo estará con nosotros,
sino en nosotros. tener al Consolador mismo es más que recibir
consuelos: es la seguridad de que estos no faltarán nunca.
También tenemos pal Palabra de nuestro Dios. El Espíritu Santo,
que nos conduce en nuestras lecturas, nos da el sentido
profundo de ellas y nos revela las glorias variadas de la persona
de Jesucristo. El Señor igualmente nos comunica su paz (v.27).
"Confiad", les dice al terminar (Juan 16:33). " Estas cosas os
he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis
aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo".