El vino nuevo debe echarse en odres nuevos
"Mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conservan" Lucas 5:38.
" A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche" Isaías 55:1.
Hay un vino nuevo para los que tienen sed de la Palabra, y más aún
para los que todavía andan pérdidos en la falsa promesa de un mundo mejor sin Dios. hay un vino recién fermentado que requiere de odres
nuevos resistentes y firmes para que no se rompan y se desparrame. Dios laboreó la siembra en Su inmensa viña. Cristo cosechó la vid en
su corazón en obediencia a su Padre y como si fuera poco, pagó con su vida el precio completo de toda la labranza brindando jornal gratuito
a todos los obreros sin merecerlo ninguno de ellos. Y el espíritu desde entonces no se cansa de ofrecer tan grande beneficio a esta
humanidad, son copas rebozadas de un mosto dulce, néctar del cielo, como mana enriquecido por la unción procurada de la unicidad
armónica de toda la didad. El ser creado, a pesar de esto prefiere ignorar a su Creador, pero Él prefiere seguir guardando el mejor vino
para el final de la fiesta.
Hay un hombre necesitado, que en su autosuficencia busca la
aceptación del mundo. Es experto en juzgar y en tratar de controlar a su prójimo creyendo tener tal autoridad. Dice sentirse pleno por su dedicación a la necesidad, más está vacío a causa de la impiedad. Dice haber encontrado felicidad y finalidad para su existencia, pero
se consume en vida por el vicio de sus delirios amañados por el
príncipe de las tinieblas, quién promete éxitos y tiempo de bonanza a costa de devorarle el alma. Sus odres son tan viejos como su alma, no pueden remendarse, están gastados y no resisten la frecura del
Espíritu con su vino nuevo, con su nueva pureza, con la esperanza
que trae consigo, en su textura, en su olor, en su estructura renovada de alientos y de nuevos sueños. este hombre necesita nacer de nuevo.
Hay un plan divino para este mundo, pero ya nosotros conocimos la
Verdad y el Espíritu desea que echemos fuera nuestros odres viejos para derramarse en cada uno de nosotros. No podemos recibir el vino
nuevo en el odre de nuestra vieja naturaleza (el viejo odre), porque se dispersa y ya tal odre no existe, es como echarlo al vacío, a la nada. Y
se pierde. Y aunque el Padre tiene viñedos que producen abundantemente ese vino en sus huertos celestiales, es necesario que lo recibamos en
odre nuevo, porque de otra manera se desperdicia sin remedio y hay mucha necesidad.
El odre nuevo (lo que ahora es en Cristo como nueva criatura), su nueva
identidad como hijo de Dios) necesita ese vino nuevo del Espíritu; lo anhela porque ahora es (somos) el templo donde mora el Espíritu, porque somos
espirituales por el nuevo nacimiento y por el simple y milagroso hecho de haber recibido la gracia de la Salvación por fe.
¿Quiere este vino nuevo? ¡Eche fuera sus odres viejos! Al fin y al cabo es
lo único que debe hacer. No sea como los que cada día piden una unción fresca del Espíritu y todavía siguen amarrados a sus odres viejos y a sus
pecados camuflados debajo de falsas vestiduras de santidad. ¡No! Dios le llama a la cordura como una vez me llamó a mí. Yo tenía sed y el
Espíritu me la quitó y aunque mi carne sigue siendo enemiga de Dios, anhelo cada día ser más consciente del precio que pagó mi Redentor
para ponerme en este sitio de honor que no merezco. Usted también está en ese sitio ¡No lo olvide!.
Dios llama a los sedientos a sumergirse en sus aguas. No le cuesta nada,
es gratis. No lee pone condiciones, no le pide su coche, su cas, su dinero,
tan sólo le pide su corazón. Sólo le invita a beber de ssu vino, sentarse a su mesa y comer de su comida (Su Palabra), es gratis. El mundo ignora tan grande promesa. La mesa está servida y Él está sentado esperándole.
¿No le abre el apetito?
Jaime Pastor Batista Cortes
Fondo: Jose Luis
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