ignorantes, que transgreden así la ley del intercambio, y que en
consecuencia, el mundo divino rehusará hacer intercambios con
ellos.
A cada uno le corresponde descubrir cómo debe establecer los
verdaderos contactos con los demás. ¡Qué el sabio aporte sus
conocimientos, qué el sabio aporte su luz y qué aquellos que
los reciben se alegren de haber sido iluminados! ¡Qué el fuerte
se sienta feliz por sostener al débil y el rico por ayudar al
pobre, y que el débil y el pobre se sientan agradecidos por ser
socorridos! Todos los que, en el ámbito que sea, rehúsan hacer
circular sus riquezas, sólo son aguas estancadas, pantanos:
nunca descubrirán el sentido de la vida porque ignoran la
poderosa ley del intercambio. Son los intercambios sinceros,
fraternales los que proporcionan la verdadera felicidad. "