Escapándose de la ira de su hermano Esáu,Jacob
iba a visitar a Labán el hermano de su madre y allí conoce a Rebeca, la hija menor de quién se enamora perdidalmente.
Tanto amor tiene que cuando su futuro suegro le pide que trabaje para él 7 años por Raquel. Jacob lo hace con gusto y le parece poco tiempo. ¡ 7 años es una eternidad!; pero para Jacob fueron como algunos días.
El día de la boda después de 7 años de no poder tocar a su prometida. Labán hace una gran fiesta y al final Jacob va a su tienda nupcial para intimar con la mujer que ama. La Biblia no da detalles, pero tal vez entre los efectos de fiesta y lo oscuro de la noche, Jacob no se dio cuenta.
Lo cierto es cuando se despierta al día siguiente
en su cama matrimonial, ¡encuentra a su lado a Lea la hermana mayor de la mujer que amaba! Parece un culebrón de los que dan por la TV española, pero es un hecho verídico. Jacob se despertó y encontró que su realidad no era la que él deseaba. Era otra. ¡ Le habían cambiado a su mujer!.
Muy enojado fue a buscar a su suegro mentiroso,
y lo increpa por el cambio. Labán muy tranquilo le explica que las leyes de esa tierra eran que no se podía casar antes la menor que la mayor. Y Jacob tuvo que esperar otros 7 años para poder casarse con la mujer que amaba.
Se despertó ante una realidad que no esperaba ni deseaba, se durmió en un sueño de enamorado y se despertó ante la dura situación que no podía cambiar.
A veces cuando nos despertamos y nos damos cuenta que la realidad que nos toca vivir no es la que deseamos ni queremos, nos sentimos defraudados por Dios. Y golpeamos las puertas del cielo increpando a Dios por el cambio que permitió en nuestra vida. Soñábamos con algo que nunca llegó. Dios siempre tiene una razón para cada cosa.