Por el Pastor Scott Brackett
Muchas veces un hermano me ha preguntado, ¿pastor, si una persona
viene a la iglesia, se bautiza y está bien por un tiempo, sirviendo a
Dios en la iglesia pero después se aleja del Señor, qué pasa con esa
persona? ¿Irá al cielo?
Es posible que nunca haya sido un hijo de Dios
Cristo dijo que no todos los que le llaman Señor entrarán al cielo.
Él dijo “muchos me dirán en aquel día Señor, Señor, ¿no profetizamos en
tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos
muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí hacedores de maldad”. (MATEO 7:21-23). Cristo no dijo en este
momento, “no los conozco”, sino que “nunca os conocí”. Hicieron todas
esas cosas sin conocer a Cristo como su salvador, nunca fueron salvos.
También Cristo dio una parábola donde Él explicó que algunos, al oír el
evangelio, “lo reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son
de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución
por causa de la palabra luego tropiezan”. (MARCOS 4:16-17). Es evidente
que Cristo está hablando de personas que se acercan a él porque les
gusta el mensaje, lo reciben con gozo pero es superficial, “no tienen
raíz”. Cuando viene la tribulación o el sufrimiento por el evangelio,
manifiestan que no era algo profundo y real alejándose de Dios. Tenían
una apariencia de ser verdaderos creyentes pero no lo eran. Ahora, no
podemos decir que todos los que se alejan de la iglesia y de Dios nunca
fueron verdaderos creyentes. Sin duda algunos verdaderos creyentes se
alejan de Él. Supongamos que es un verdadero creyente, ¿qué pasa con él,
cuando se aleja de Dios?
Dios disciplina a sus hijos desobedientes
Dios dice, “porque el Señor, al que ama, disciplina y azota a todo el
que recibe por hijo”. (HEBREOS 12:6). Cuando un verdadero hijo de Dios
es desobediente, Dios lo disciplina con el fin de corregirle. Como un
verdadero padre terrenal que corrige a su hijo cuando desobedece o hace
algo malo, así también Dios obra en nuestras vida. Por eso, dice en
Deuteronomio 8:5, “Reconoce asimismo en tu corazón que como castiga el
hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga”. Dios dice también en
SALMO 89:30-32, “Si dejaren sus hijos mi ley, y no anduvieron en mis
juicios, si profanaren mis estatutos, y no guardaren mis mandamientos,
entonces castigaré con vara su rebelión y con azotes sus iniquidades.”
Se ve en muchos pasajes bíblicos como Dios obró en las vidas de sus
hijos desobedientes con el fin de que volvieran a obedecer a Dios. Dios
corrige al hijo desobediente.