Así, de pronto, no sabríamos cómo contestarte. Tu pregunta la hemos escuchado muchas veces. Te respondemos con fórmulas tradicionales. Es más seguro. Y, sobre todo, no nos obliga a preguntarnos quién eres tú para cada uno de nosotros y qué significas tú hoy en nuestras vidas.
Te proclamamos Dios y doblamos ante ti nuestra rodilla. Es cierto que no te rendimos nuestro ser. Cierto también que tenemos otros ¨dioses¨ a los que damos nuestro culto. Pero tú nos comprenderás. Somos seres tan necesitados. Además, no se puede vivir sólo de ¨pan¨. También se necesita seguridad, dinero, confort… Tú eres palabra de Dios. Te lo decimos muchas veces y hasta nos lo creemos.
Nos dirás que escuchamos poco tu Evangelio. Es verdad. Tampoco tenemos mucho tiempo, ¿Sabes? Hay tantas cosas que hacer en el día. Además, hay que ser razonable. ¿Te imaginas lo que sucedería sí tomáramos en serio tus palabras? Tú mismo lo decías: ¨Hay que tener oídos para oír¨. En eso te damos la razón. Nosotros queremos tener los oídos muy abiertos, no solo a tu mensaje sino también a tantas palabras, mensajes, ideas y noticias que llegan hasta nosotros.
Todos tienen derecho a ser escuchados. Ahora comprendes que te escuchemos menos, ¿No? Pero, aunque no te escuchamos, te decimos cosas muy grandes. No nos contentamos con llamarte Señor, Redentor, Salvador, Mesías, Cristo… Estamos aprendiendo nuevos nombres. Hoy te llamamos Amigo y Hermano. Nos da confianza y, sobre todo, nos resulta menos insoportable tu mensaje. Te llamamos también Liberador. No sabemos exactamente qué nos puedes aportar tú a la liberación que nosotros queremos.
Te queremos exaltar y elevar por encima de toda criatura y terminamos por alejarte de nuestra vida real y concreta de cada día. Te queremos sentir cerca de nuestros problemas y nuestras penas y terminamos por olvidar precisamente la salvación que tú nos puedes aportar.
Señor, ten piedad de nosotros. Aumenta nuestra fe. Dinos tú mismo todo lo que puedes ser para cada uno de nosotros.
fuente..5 minutos de oracion