Ser lavados y justificados
en el nombre y por
el Espíritu
"Y esto erais algunos; mas
ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis
sido justificados en el
nombre del Señor Jesucristo, y en el Espíritu de nuestro Dios"
1 Corintios 6:11.
El nombre de Jesús se nos ha
dado para que seamos lavados, santificados y justificados
en el nombre de Jesús y por el
Espíritu de Dios. Leí 1 Corintios una y otra vez durante
años sin ver el punto crucial:
en el nombre y por el Espíritu. El nombre está estrechamente
relacionado con la Persona y
con el Espíritu. Si el nombre de Jesús fuera un nombre vacío,
¿Cómo podría lavarnos? ¿Cómo
podría santificar y justificarnos? Sería imposible. No obstante,
este nombre está ligado al
Espíritu.
El Espíritu es la Persona del
nombre y la realidad del mismo. Por lo tanto el nombre puede lavarnos,
santificarnos y justificarnos. El Espíritu es uno con el nombre. Jesús es el
nombre
del Señor, y el Espíritu es Su
Persona. Cuando invocamos el nombre de alguien que
realmente existe, éste viene a
nosotros. El nombre de Jesús está ligado con la Persona que
nos lava, santifica y nos
justifica. Esto no es doctrina ni teoría sino realidad. Cuando
creemos
en el nombre de Jesús y somos
puestos es este nombre, somos introducidos en una Persona
viviente, es decir, en el
Espíritu Santo, quien nos lava, santifica y justifica.