Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos. Colosenses 3:15
Solo cuando andemos con Dios en obediencia puede gobernar la paz de Dios en nuestro corazón. Cuando examinamos nuestro corazón honestamente para descubrir cualquier pecado o desobediencia que se esconde allí, y luego renunciamos todo lo que sea contrario a la voluntad de Dios, entonces, (solamente así), entonces puede la paz de Dios reinar en nuestras almas. ¡Qué paz entra a nuestras vidas cuando no hay barrera entre nosotros y nuestro Creador! Pero tenemos esta paz solamente cuando nos entregamos totalmente a la voluntad de Dios, y caminamos en la luz, en obediencia a la Palabra de Dios.
Pero ¡no nos confundamos! No es por nuestra obediencia o cualquier obra buena que podamos hacer que Dios nos salva y nos da la vida eterna. Nuestra obediencia y las buenas obras no tienen nada que ver con esto. Esto, (la salvación y la vida eterna) lo compró Cristo en la cruz de Calvario. Él pagó el precio completo de nuestros pecados, y no hay nada de obediencia ni buenas obras por parte nuestra que pueda añadir a la salvación gratis que Jesús nos compró por sus sufrimientos en la cruz. Así es que la salvación es un regalo gratis que Dios nos da, y le servimos a él por gratitud y amor, porque ya somos salvos, y ÉL nos impartió su espíritu a nosotros. Y él es tan bueno que cuando obedecemos la voluntad de Dios, nos concede la paz que fluye como un rio, paz que sobrepasa toda comprensión.
La paz es el legado, el don que el Señor nos dejo, a sus discípulos no les dejo ni plata ni oro, sino que les dejo lo mejor que tenia, su paz. Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” En la paz de Jesús están contenidos todos los bienes que un hijo de Dios puede desear o necesitar.
La paz del Señor es la misma paz que los ángeles les desearon a los hombres en el día de nacimiento de Jesús. Lucas 2:14: “Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres.” La paz es la totalidad de todas las bendiciones.
Para ser pacificador se necesita Gozar de paz interior, como dice la Biblia en Colosenses 3:15: “Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.” Y en Filipenses 4:7: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” La paz de Dios supera todo esfuerzo, todo ánimo, todo aliento, cálculo o problema que nuestro entendimiento pueda imaginar.
También se necesita Estar en paz con Dios, la cual se obtiene a través de arrepentirnos y confesar nuestros pecados a Dios. Es ahí cuando quedamos en paz con El.
Otra de las cosas que necesitamos para ser Pacificadores es Estar en paz con los hombres. Hay situaciones en las que los esfuerzos a favor de la paz fallan. Como Cristianos no debemos ser nosotros los responsables de quebrar la paz. Cuando algo lleve a discordia, no debemos ser nosotros los responsables de haberlo hecho. Intentemos por todos los medios mantener la paz. Pero debemos saber que no podemos ganar la paz negando nuestra fe.
El Espíritu Santo es quien de producir en nosotros este fruto, como consecuencia de estar en Cristo. La Paz trae consigo bienestar, armonía, concordia, solidez, prosperidad, salud, justicia. La paz viene como un don de Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.” Nuestro Dios es el gran Pacificador y de El tomamos el ejemplo. Ser pacificador es más que ser pacifico.
Jesús es el modelo perfecto a seguir de un pacificador. Su nacimiento trajo paz, su ministerio fue de paz. No podemos nosotros tener paz hasta no estar en paz con Dios.
Cuando nos reconciliamos con Dios nace nuestra paz interior.
Creamos en la paz, seamos gente de paz; en el hogar, con la familia, en el trabajo, en nuestra comunidad, en la Iglesia, con todos debemos ser portadores de Paz!.
Gracias hermanita casituyita, por tu excelente mensaje, que con gran alegría nos lo has compartido con todo el amor de Dios.
Dios te llene de muchas bendiciones.
GRACIAS POR TU AMISTAD, FELIZ DIA.
Hermes Sarmiento G.
De Colombia
Cristiano católico