Gracias te damos, oh Dios
La tradición es... sutileza hueca carente de sinceridad, hija de la religión y esclava de
hábitos y costumbres que, sin ton ni son impone la sociedad. "Este pueblo de labios me
honra; mas su corazón está lejos de mí" Mateo 15:8.
La tomo en cuenta, no para favorecerla, confrontando la hipocresía con la sinceridad, la
mentira con la verdad, y la injusticia con el amor. En esta ocasión me propongo recordar y
exaltar el mandato de nuestro Dios de "Dar gracias en todo" (1Tesa. 5:18) y esto no un día
en el año, sino cada día, en todo tiempo y todo lugar.
El mundo fundamenta el Día de Acción de Gracias en un hecho histórico en el cual se ha
escogido a un animal como símbolo y centro del mismo. Tan es así, que mucho que ya muchos
le han cambiado el nombre al susodicho día llamándole: El día del Pavo. (En Europa no
tanto pero en U.S.A. mucho). Se juntan las gentes de la efervescencia ya característica de que
el jolgorio navideño está a la vuelta de la esquina, tiempo que esperan con ansias los que
necesitan llenar con "algo" su vacío interior.
Los cristianos damos testimonio de un Dios real que nos ama y se agrada del que le honra y le
toma en cuenta...siempre. Por eso, en ese día nos reunimos y compartimos en familia, haciendo
a nuestro amado Salvador el centro de la reunión, dando gracias a Dios, primeramente, por
enviar a Su Hijo al mundo para darnos salvación y vida eterna, y luego, por tantas bendiciones
que de día en día recibimos sin merecerlo. Al otro día también damos gracias, y al otro, y al
otro, y TODOS los días.
Los que nos hemos topado con Jesús en el camino, no nos cansamos de agradecerle Su amor
inefable. Todo el oro del mundo jamás será suficiente para poder pagar por Su gracia
bendita. Por eso hagamos de la acción de gracias un estilo de vida, no de un día, sino TODOS
los días de nuestras vidas. "Demos gracias a Dios por llevarnos siempre en triunfo en Cristo
Jesús" 2Co. 2:14.
"No son diez los que fueron limpiados? y los nueve ¿dónde están? Lucas 17:17.
Al entrar Jesús en una aldea le salieron al paso diez hombres leprosos, quienes pedían a Jesús
misericordia para que les liberara de tan terrible enfermedad que por años habían padecido.
Según la costumbre les mandó mostrarse a los sacerdotes. Mientras iban de camino fueron
sanados y limpiados de la lepra.
Al ver que había sido sanado, uno de ellos, el único extranjero, empezó a glorificar a Dios por el milagro. Regresó y se postró a los pies de Jesús dándole gracias. Me imagino a Jesús mirando a
todos lados buscando al resto de los beneficiados, pero éstos siguieron su camino como si nada hubiera pasado. De diez, sólo uno reconoció la grandeza de Dios, sólo uno volvió a Jesús a
manifestarle su agradecimiento, sólo uno se postró reconociendo la gracia divina, ¡Solamente
UNO!.
La Biblia no dice lo que paso con los nueve malagradecidos, pero una cosa sé...y es que habiendo sido sanados en sus cuerpos, éstos menospreciaron lo que era de más valor, la
salvación de sus almas. Al samaritano, Jesús de dijo: "Levántate, vete; tu fe te ha salvado".
¿Qué es más importante la sanidad o la salvación del alma? Jesús esperaba que el milagro los
llevará a amistarse con Dios. Sólo UNO aprovechó tan valiosa oportunidad, NUEVE la
despreciaron.