De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Marcos 10:15
Todos hemos pasado por la etapa de la niñez, esa etapa única en la cual no hay preocupaciones, pero si mucha imaginación y sobre todo una FE que hace de cualquier promesa una realidad.
La afirmación de Jesús de que no entrará en el Reino quien no lo recibe como un niño demanda una consideración seria del asunto; entenderla, sin duda, debe ser una de las cosas más importantes de la vida, ya que literalmente, la vida depende ello.
La Biblia establece como medio de entrar en el reino de Dios a la fe. Así que no resulta descabellado que la cualidad que destaca Jesús es la particular fuerza de la fe de los niños. Los que son padres saben a lo que me refiero: un niño no ha vivido lo suficiente en este mundo como para dejarse bloquear por la idea de lo imposible. Solamente una fe de niño pudo haber declarado "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" mientras se encontraba en una cárcel romana esperando la muerte. Solamente una fe de niño podía atreverse a caminar sobre el mar tempestuoso hacia Cristo; sólo una fe de niño podía ir a buscar una moneda dentro de un pez.
Recibir el Reino como un niño significa encontrar la clave para vencer el stress que destruye a los ministros; a la ansiedad que debilita los matrimonios; al temor y el recelo que mina la comunión de la iglesia; a la depresión e inseguridad que aniquilan a los individuos… en fin, recibir el Reino de Dios como un niño, es el único modo de entrar en él.
Analizando este versículo me daba cuenta que Jesús decía: “De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él”. Y es que el la frase clave esta en: “el que no recibe el reino de Dios como un niño”.
Es que sin duda se necesita fe para poder creer algo que nunca hemos visto o palpado, se necesita fe para poder creer que tus pecados son perdonados no importando la cantidad o de la clase que fueran. Es que se necesita fe para entender de que además de perdonar nuestros pecado, Dios nos da una entrada al cielo si tan solo perseveramos junto a El.
En medio de las desilusiones de la vida, en medio de las tormentas o tribulaciones diarias, es lindo pensar de que un día estaremos en el reino de los cielos, porque creímos no viendo, y caminamos como viendo al Invisible.
Acá las tribulaciones querrán agobiarnos, pero un día en el cielo se acabara todo dolor, todo llanto y como dice Apocalipsis 21: 4 “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”.
Amados hermanos, se necesita ser como niño para que las circunstancias de la vida no nos afecten nuestra fe, un niño jamás se preocupa de nada, al contrario siempre cree todo.
¿Por qué no comenzamos a creerle a Dios todo lo que nos dice? A diferencia de mis padres, Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta, por lo que si nos ha prometido algo, lo dará sin lugar a dudas.
Es momento de tener la fe de un niño, es momento de dejar a un lado todas las confrontaciones de nuestros pensamientos que nos quieren llevar a flaquear en la fe, mas es hora de entender que mi fe tiene que ser como la de un niño, pues para heredar el Reino de los Cielos, tengo que ser como un niño.
Dejemos a un lado todo modelo de pensamiento que quieren evitarnos alcanzar por fe las bendiciones de Dios y comencemos a creer como un niño.