LEA: Daniel 4:19-37

FEBRERO

DIA 13

Cuantas veces nos hemos golpeado la cabeza, especialmente en lugares donde hay que agacharse. Cuantas veces, por soberbio uno es humillado, ¿verdad? El Rey Nabucodonosor, edificó una gran ciudad, el muro de la gran Babilonia, y llegó a ser una de las 7 maravillas del mundo, se jactó y Dios permitió caer en una licantropía, el rey actuó como una bestia...

El rey testifica de su prosperidad y de un sueño de un árbol con una estatura impresionante que llegaba al cielo y era visto por todo el  mundo y alimentaba a todos. Luego veía que ese árbol era derribado y cortado su fruto y las bestias y aves se iban de él. Daniel interpreta que Nabucodonosor era el árbol, que éste rey tenía poder y dominio y que sería cortado y echado a la tierra como las bestias.

Un día el rey se jactó de la Gran Babilonia que edificó con poder, en ese instante, el reino le fue quitado y fue castigado con un trastorno mental (licantropía), y la víctima  actuaba como bestia salvaje; más tarde, deja el orgullo, busca a Dios, quien lo restituye y lo engrandece.

El rey Nabucodonosor, después de esta fea experiencia, alaba a Dios: “Pero al fin de los días, yo, Nabucodonosor, alcé mis ojos al cielo, y recobré mi razón, y bendije al Altísimo y alabé y glorifiqué al que vive para siempre; porque su dominio es un dominio eterno, y su reino permanece de generación en generación”. (Daniel 4:34)

Dios le devuelve la razón, es decir le quita la locura, le devuelve el reino, y la restaura su dignidad y su puesto y honor; al punto que reconoce la grandeza y el poder de Dios y termina “Él puede humillar a los que andan con soberbia”. ¿Qué tremenda lección?  Supe de un joven que tiró al suelo el pan, su papá lo hizo tomar del  suelo y se lo comió, por soberbio.

Hay una  demencia terrible, yo la llamó “la locura de la incredulidad”; dejemos el orgullo; y reconozcamos que por Dios somos sabios y por medió de Él, inventamos todo. Cuidado con la soberbia. Hoy alabemos al Señor de la historia. Ore a favor de este Ministerio...

ORE:

Padre, perdona mi soberbia, todo lo que tengo es tuyo, nada he creado, gracias por servirte; guíame a darte la Gloria y el Honor que a Ti, pertenecen por siempre...

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