Reflexiones 16
Siempre estaremos en los últimos tiempos en los que seremos juzgados justos y pecadores, y que solamente los creyentes de Jesús que guarden obediencia al mandato de Dios, serán participados de su Reino al obtener plenamente el Fruto del Espíritu, lo cual se hará realidad, cuando la semilla de la fe espiritual que Dios altísimo nos regaló, la sembremos y cultivemos en nuestro jardín del alma, con esmero y dedicación, para que alcance la madurez necesaria.
Al cosechar ese fruto, estaremos siendo sumergidos en el Río de Agua Viva que en Jesús es, y seremos convertidos en afluentes y fuentes de esa bendita agua para darla de beber al sediento, compartiendo la fe y el Amor de Dios por nosotros a través de Jesús, aceptando en nosotros la promesa de Dios hecha al hombre cuando en su Palabra dice:
"Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en él crea no se pierda sino que tenga vida eterna" Juan 3: 16
Cristo obedeció al Padre por amor al hombre, un amor sublime, un amor ágape, verdadero y desinteresado, un amor que solo puede venir de Dios a través de Jesús, para que por medio de ese amor de Jesús por el hombre, entendamos el amor de Cristo por el Padre, ese amor que recibimos nosotros al dar Cristo su vida en rescate para libertarnos de las cadenas y la oscuridad en que nos tiene sumergidos el Tentador en éste mundo. Al entender esto a profundidad, seremos llenos de la fe de Dios, la fe que viene por el oír, y el oír la Palabra de Dios, y cuando esa fe inunde nuestros corazones y nuestras vidas, empezaremos poco a poco a darle a Dios el primer lugar en todo. Por eso, es muy importante guardar y enseñar a cumplir lo que Jesús nos manda a través del Nuevo Testamento para que entremos de lleno en nuestro desarrollo espiritual y nos sea permitido disfrutar a plenitud del Reino de Dios aquí en la tierra, y que se encuentra, según su Palabra, en medio de nosotros, y que por la misma razón de esa fe y ese amor en Cristo Jesús, seamos conducidos a su debido tiempo a la única y verdadera morada con Dios que Jesucristo ya tiene preparada para todos aquellos que dejemos de buscar nuestra identidad en los hombres, y busquemos, encontremos y conservemos nuestra verdadera identidad en Jesús nuestro Señor.
La Honra y la Gloria y la Alabanza de todo lo aquí escrito le pertenece a Dios en su Santísima Trinidad, ya que por su Gracia y por su Amor, es que se hace esta invitación para interesarnos en encontrar la forma correcta de llegar al camino de la felicidad que perdura y que el hombre con mente abierta busca en forma constante, es decir, una búsqueda con orden y con el propósito para conocer el porqué fuimos creados como seres trinitos semejantes a Dios.
Para que nuestro enfoque y dirección de esa búsqueda sea en la forma adecuada, deberemos tratar de integrar las partes que conforman nuestro ser humano, cuerpo, alma y espíritu en la posición correcta, y para que así sea, tenemos que saber y reconocer, que al ser formados por Dios a su imagen y semejanza, fue porque él así lo decidió para que en su momento, según su plan en su orden y propósito, el hombre busque, encuentre y permanezca en su verdadera identidad, en él.
Al identificarnos plenamente con Dios a través de estas consideraciones, estaremos en la mejor posición para querer integrar correctamente nuestro ser humano, es decir, unir y fundir, propiamente dicho, nuestro cuerpo con nuestra alma, unir y fundir nuestra alma con nuestro espíritu, y unir y fundir nuestro espíritu con el Espíritu del Hijo Único de Dios, Jesús, quién se encuentra unido desde siempre y para siempre, con el Espíritu Santo de Dios, de tal manera, que logremos, que a través del discernimiento espiritual de la Palabra, puedan vibrar todos ellos en forma armoniosa y rítmica y así se convierta nuestro ser en afluente de la fuente original de vida verdadera, esa fuente de la que brota incontenible el Amor, la Tranquilidad, la Prosperidad y la Salud que todo ser humano desea, esa maravillosa fuente en la que encontraremos todas las respuestas a todas nuestras preguntas, todas las soluciones a todos nuestros problemas, toda la provisión a todas nuestras necesidades; Todo quiere decir, Todo, completo, no hay medias tintas, ya que la invitación que aquí se hace, no es de ninguna manera para buscar nuestro origen, la razón de nuestra existencia, o a dónde nos dirigimos con conocimientos tradicionales de humana sabiduría con los que hemos dejado que se manipule nuestra mente, dicho esto, sin el afán de molestar a nadie, por lo que, si nos dejamos conducir por todo lo anterior, lejos de acercarnos al camino de la verdad a la que queremos llegar, nos irá llevando por senderos más largos para llegar a él, ya que sin lugar a dudas seremos ubicados nuevamente en el lugar en el que actualmente nos encontramos, es decir, en el plano material en el que vivimos, y al cual, por tradición, le damos la más grande importancia en nuestro desarrollo, y esto nos distrae enormemente de querer conocer acerca del plano espiritual en el que, por origen, deberíamos desenvolvernos. Nos distrae, porque toda la información que recibimos en nuestra mente proviene de ese plano tradicional y materialista en el que el conocimiento espiritual ha sido manipulado de muchas maneras para seducir al hombre, y así, al recibir en nuestro cerebro toda esa información ya procesada en la mente, es enviada a nuestro cuerpo para tratar de cambiar esas situaciones negativas en el trabajo, en la familia, en la sociedad, en fin, en todos esos círculos en los que nos desenvolvemos y en los que de alguna manera no encajamos como quisiéramos.