La mujer y el dracma
"Lucas 15:8-10 ¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde un dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, reune a sus amigas y vecinas, diciendo: Gozaos conmigo, porque he encontrado la dracma que había perdido. Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente"
La lámpara representa la palabra de Dios (Sal. 119:105, 130), la cual el Espíritu Santo usa para alumbrar y exponer la posición y condición del pecador para que este se arrepienta. La obra del Espíritu Santo es iluminarnos por dentro, como indica la parábola de la dracma. El Espíritu Santo, la mujer que busca, ilumina nuestro ser interno poco a poco de una manera minuciosa y cuidadosa. El Espíritu Santo ilumina nuestra mente, luego nuestra parte emotiva y nuesta voluntad, y después nuestra conciencia y todo nuestro corazón. De esta manera el Espíritu Santo nos halla.
Cuando el Espíritu Santo nos halla al iluminarnos, nos despertarmos, nos volvemos en nosotros mismos y comprendemos que es una insensatez quedarnos donde estamos. Nosotros no nos despertamos a nosotros mismos, sino que lo hace el Espíritu Santo con Su iluminación. El Espíritu Santo no nos busca, alumbra y halla estando en el desierto ni en la cruz, sino en nuestro corazón. Esto produce el arrepentimiento en nuestra manera de pensar, lo cual asu vez produce un cambio en nuestra vida.
El arrepentimiento generado por la llenura del Espíritu Santo es un asunto interno. Ningún ser humano ni ningún ángel pueden obrar tan íntimamente en nosotros. Esto sólo puede ser llevado a cabo por el Espíritu Santo, ya que Él puede penetrar a lo profundo de nuestro ser para iluminarnos. Así nos damos cuenta de somos necios, nos arrepentimos, y decidimos regresar al Padre.
Jaime