Ofrezcamos el
sacrificio de alabanza a Dios
Hebreos 13:15
un misionero que se
encontraba en una entrada obscura, oyó una voz que
decía: "¿Quién anda por ahí?" Encendió un cerillo y
contempló un cuadro grandioso de sufrimiento y
necesidad, de confianza santa y de paz.
Sobre una cama
andrajosa yacía una pobre viejita con su cara famélica y
arrugada. Era una noche bastante fría del mes de
febrero, y ella carecía de fuego, combustible y luz.
Ella no había tomado desayuno. comida ni cena.
Parecía que no tenía
otra cosa sino reumatismo y fe en Dios. Carecía de todo
lo agradable que el mundo puede ofrecer, pero a pesar de
sus circunstancias, la canción favorita de esta pobre
anciana era la siguiente:
"Nadie sabe lo que
sufro, Nadie, excepto Jesús, Nadie sabe lo que hago,
Nadie conoce mis penas
Gloria, aleluya. y su última estrofa terminó con estas
palabras: Nadie sabe el gozo que poseo,
Nadie lo sabe, excepto
Jesús." "Atribulados en todo, mas no angustiados; en
apuros, mas no desesperamos; perseguidos, mas no
desamparados; abatidos, mas no perecemos." Se necesitan
muchas palabras de la Biblia para expresar el buen ánimo
de aquella pobre mujer.
Recuerda a Lutero
cuando yacía enfermo en su lecho. Entre sus gemidos y
aflicciones pudo predicar de esta manera: "Aquí estos
dolores y sufrimientos son como las letras que colocan
los impresores; como ahora aparecen hay que leerlas al
revés, y parece que no tienen sentido o significado
alguno; pero allá arriba, cuando el Señor Dios nos
imprima en la vida venidera encontraremos que contienen
un significado magnífico." Esto es así aunque no tenemos
necesidad de esperar hasta entonces. Recuerda a Pablo en
cubierta, en medio de aquel mar embravecido, y alentando
a la tripulación atemorizada: "No temáis."
Wm. C. G


giannella45@hotmail.com
|