Jesucristo: El
Hijo de Dios
Leer | Juan 1.1, 2
¿Alguna vez ha escuchado a alguien decir que Jesús negó
ser Dios? Tal afirmación simplemente no tendría sentido,
porque Jesús se colocó, repetidamente, en pie de
igualdad con el Padre y con el Espíritu Santo (Jn 10.30;
14.6-14).
La Biblia
nos da una descripción de su relación íntima y eterna
con el Padre celestial.
¿Por qué es tan importante que creamos esto? Porque
Jesús hizo algo que nunca se había hecho: Dio a hombres
y mujeres la capacidad de ver a Dios de una manera
nueva.
En
Colosenses 1.15, Pablo dice que Jesús es “la imagen del
Dios invisible”. Nadie ha visto jamás el rostro del
Todopoderoso.
En el
Antiguo Testamento, algunas personas estuvieron delante
de Dios, pero nunca pudieron ver plenamente su gloria.
Por ejemplo,
aun Moisés, quien es descrito como amigo de Dios (Éx
33.11), no pudo ver directamente a Dios.
Cuando más,
tuvo la oportunidad de ver “las espaldas de Dios” cuando
pasó junto a Él, pero nunca su rostro (Éx 33.18-23).
Jesús, sin embargo, vino para llenar el vacío que había
entre la gloria de Dios y la naturaleza pecaminosa del
hombre.
En el texto
griego original, la palabra para “imagen” está
directamente relacionada con la palabra española “ícono”.
Así como un
ícono en la pantalla de su computadora lo lleva
directamente al programa principal, Jesús dirige a los
creyentes a la plenitud de la gloria de Dios.
Como el
“icono”, Jesús es la réplica exacta y perfecta de Dios.
Por tanto, Él pudo decir: “El que me ha visto a mí, ha
visto al Padre” (Jn 14.9).
¿Qué le ha enseñado el Señor Jesús en cuanto al Padre
celestial?
¿Cómo
puede usted compartir ese conocimiento con alguien hoy?
Dios te bendiga!!!


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