Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos bendijo con toda bendición espiritual
en los lugares celestiales en Cristo,
según nos escogió en él antes de la fundación del mundo,
para que fuésemos santos y sin mancha delante de él,
en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados
hijos suyos por medio de Jesucristo,
según el puro afecto de su voluntad,
para alabanza de la gloria de su gracia,
con la cual nos hizo aceptos en el Amado,
en quien tenemos redención por su sangre,
el perdón de pecados según las riquezas de su gracia,
que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia,
dándonos a conocer el misterio de su voluntad,
según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo,
de reunir todas las cosas en Cristo,
en la dispensación del cumplimiento de los tiempos,
así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
Efesios 1:3-10