corramos con paciencia la
carrera
Marta,
Marta, tú estás preocupada y molesta por tantas cosas.
Considerad los cuervos, que ni siembran ni siegan; no
tienen bodega ni granero, y sin embargo, Dios los
alimenta; ¡cuánto más valéis vosotros que las aves!
Considerad
los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os
digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno
de éstos.
Vosotros,
pues, no busquéis qué habéis de comer, ni qué habéis de
beber, y no estéis preocupados.
Porque los pueblos del mundo buscan ansiosamente todas
estas cosas; pero vuestro Padre sabe que necesitáis
estas cosas.
Y si
tenemos qué comer y con qué cubrirnos, con eso estaremos
contentos.
Los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo y
en muchos deseos necios y dañosos que hunden a los
hombres en la ruina y en la perdición.
Porque la
raíz de todos los males es el amor al dinero, por el
cual, codiciándolo algunos, se extraviaron de la fe y se
torturaron con muchos dolores.
Las preocupaciones del mundo, y el engaño de las
riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y
ahogan la palabra, y se vuelve estéril.
Por tanto, puesto que tenemos en derredor nuestro tan
gran nube de testigos, despojémonos también de todo peso
y del pecado que tan fácilmente nos envuelve, y corramos
con paciencia la carrera que tenemos por delante.
Dios te bendiga,


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